el uso del número "siete" en el Apocalipsis y acerca de las siete iglesias, ver com. cap. 1:11.
Asia.
Es decir, la provincia romana de Asia, territorio de unos 500 km de este a oeste y 420 km de
norte a sur, en la parte occidental de Asia Menor, en la actual república de Turquía (ver t. VI,
mapa frente a p. 33). En los tiempos helenísticos esa región se transformó en el importante
reino de Pérgamo, destacado centro de la cultura helenística. En cuanto a las circunstancias
en que Pérgamo se convirtió en la provincia romana de Asia, ver t. V, p. 37. Asia siguió
siendo un centro importante de la cultura greco-romana en los tiempos del NT. Pablo pasó
muchos meses allí (Hech. I8: 19-21; 19: 1, 10), y el éxito de sus labores en esa región es
evidente porque tres de sus epístolas fueron dirigidas a los cristianos que vivían en ese
territorio (Efesios, Colosenses, Filemón). Su primera Epístola a Timoteo, que estaba
entonces a cargo de la iglesia de Efeso y tal vez de las iglesias de toda la provincia, es una
prueba de que allí había una comunidad cristiana bien establecida. Pablo era el apóstol de
los gentiles, y es probable que los miembros de estas iglesias de la provincia romana de Asia
fueran en su mayoría gentiles.
Después de que la congregación cristiana de Jerusalén fue esparcida poco antes de 70 d.C.,
parece que Asia aumentó en importancia como centro del cristianismo. Sin duda se debió a
la presencia y dirección del apóstol Juan quien, según la tradición, residía en Efeso y viajaba
por la región circundante, "aquí para nombrar obispos, allí para poner 749 en orden iglesias
enteras, y allá para ordenar a los que eran indicados por el Espíritu" (Clemente de Alejandría,
¿Quién es el rico que se salvará?
xlii). Esta declaración parece reflejar una relación íntima
entre el apóstol y las iglesias de Asia.
Gracia y paz.
Ver com. Rom. 1:7; 2 Cor. 1:2. Se ha sugerido que este saludo derivó de una combinación
del saludo común griego
jáirein,
"salud" (como en Sant. l: l), y el saludo hebreo
shalom,
en su
equivalente griego
eir
'
en
'
,
"paz".
Jáirein
probablemente tiene relación con
járis,
"gracia", el
término más religioso que se usa aquí. "Gracia" y "paz" aparecen comúnmente en los
saludos de las antiguas epístolas cristianas, y juntas sin duda constituyen una forma
característica de saludo de la iglesia apostólica (Rom. 1:7; 1 Cor. 1:3; 2 Con 1:2; Gál. 1:3;
Efe. 1:2; Fil. l: 2; Col. 1: 2; 1 Tes. l: l; 2 Tes. l: 2; 1 Tim. 1:2; 2 Tim. 1:2; Tito 1:4; File. 3; 1 Ped.
1:2; 2 Ped. 1:2; 2 Juan 3).
Del que es.
Gr.
ho
Ç
n,
"el que es", expresión sin duda tomada de Exo. 3:14 según la LXX, donde se usa
para traducir el nombre divino YO SOY. Esta expresión implica, como en hebreo, existencia
de Dios sin límite alguno de tiempo. El texto griego presenta un error gramatical, pues a la
preposición
apó
, "de parte de", "del", debe seguir el caso genitivo y no el nominativo, que se
usa aquí. Sin embargo, esto no demuestra que Juan ignoraba la gramática; su negativa de
declinar en griego la palabra que representa al Ser divino quizá fue una manera sutil de
destacar la absoluta inmutabilidad de Dios. Por el contexto de los vers. 4 y 5 es claro que la
frase en cuestión se refiere al Padre.
Que era.
Dios ha existido desde toda la eternidad (Sal. 90:2).
Que ha de venir.
O "el que viene". La tríada "que es", "que era" y "que ha de venir" indica que la tercera frase
es un sustituto futuro del verbo, que equivale a decir "que será". Se ha sugerido que también
se refiere a la segunda venida de Cristo. Esta interpretación, verbalmente posible, no