Página 152 - Comentario bíblico adventista del séptimo día tomo Apocalips

Versión de HTML Básico

geográfico en que viajaba un mensajero que llevaba una carta desde Patmos a esas siete
ciudades de la provincia de Asia. Hay más información acerca de la geografia de las siete
iglesias en las pp. 91- 106 y en el t. VI, mapa frente a p. 33. Se puede saber más acerca de
cada una de estas iglesias en los mensajes particulares dirigidos a ellas en los cap. 2 y 3.
Las siete iglesias son la primera de una serie de "sietes" que se hallan en el Apocalipsis:
siete espíritus (vers. 4), siete candeleros (vers. 12), siete estrellas (vers. 16), siete lámparas
de fuego (cap. 4: 5), un libro con siete sellos (cap. 5: 1), los siete cuernos y siete ojos del
Cordero (cap. 5: 6), siete ángeles con siete trompetas (cap. 8: 2), siete truenos (cap. 10: 4),
un dragón con siete cabezas y siete coronas (cap. 12: 3), una bestia con siete cabezas (cap.
13: l), siete ángeles que tienen las siete copas que contienen las siete últimas plagas (cap.
15: 1, 7) y la bestia con siete cabezas, que se dice que también son siete montes y siete
reyes (cap. 17: 3, 9-10). Este uso repetido del número siete con tantos símbolos diferentes,
significa que esa cifra también debe entenderse en sentido simbólico. A través de toda la
Escritura el número siete, cuando se usa simbólicamente, por lo general representa plenitud,
perfección.
Por lo tanto, cuando se aplica a las siete iglesias es de esperarse que tenga un propósito
definido. Había más de siete iglesias en la provincia de Asia, pues dos iglesias de esa región
-la de Colosas y la de Hierápolis- también se mencionan en el NT (Col. 1: 2; 4: 13). Por
consiguiente, es razonable deducir que el Señor escogió a las siete iglesias que aquí se
nombran porque eran y serían típicas de la condición de toda la iglesia en los tiempos
apostólicos y también a través de toda la era cristiana (ver p. 742; cf. HAp 466-467).
Los mensajes a las siete iglesias eran aplicables a condiciones específicas de la iglesia en
los días de Juan. Si no hubiese sido así, estos mensajes hubieran desconcertado y
desanimado a los cristianos de las iglesias de Asia cuando los leyeran (ver com. Apoc. 1: 3).
Juan hubiera resultado ser entonces un falso profeta si los mensajes que dirigía a sus
iglesias no hubiesen revelado la verdadera condición de esas congregaciones y no hubieran
sido adecuados para sus necesidades espirituales. Estos mensajes fueron enviados en una
época en que los cristianos de Asia estaban sufriendo una gran tribulación (ver pp. 738-740),
y su firme reproche, alentador consuelo y gloriosas promesas, deben haber tenido el
propósito de responder a esas necesidades (ver HAp 462-470). Si las iglesias cristianas de
Asia aceptaban y prestaban atención a estos mensajes, estarían preparadas espiritualmente
para comprender el drama del gran conflicto descrito en el resto del Apocalipsis, y para
mantener una esperanza firme en el triunfo final de Cristo y de su iglesia.
Aunque los diversos mensajes a las siete iglesias tuvieron que haberse aplicado en primer
lugar a las iglesias de Asia de los días de Juan, también se aplicarían a la historia futura de la
iglesia (ver p. 742). Un estudio de la historia revela que estos mensajes ciertamente son
aplicables de una manera especial a siete períodos o épocas que abarcan la historia de la
iglesia hasta el fin del tiempo.
Como ya lo hicimos notar, el número siete implica plenitud, y por esa razón también parece
razonable entender que estos mensajes en cierta medida describen a toda la iglesia en
cualquier momento de su historia, pues sin duda cada congregación a través de la historia
cristiana podría hallar que se describían sus características y necesidades en uno o más de
estos mensajes. Por lo tanto, puede decirse que tienen triple aplicación: universal, local (en
los días de Juan) e histórica (o en períodos sucesivos). Un escritor cristiano de alrededor del
año 200 d. C. afirmó: "Juan escribe a las siete iglesias, y sin embargo, habla a todas" (Texto
latino en S. P. Tregelles, ed.,
Canon Muriatorianus,
p. 19). Por ejemplo, el mensaje a la
iglesia de Laodicea es particularmente apropiado para la iglesia de hoy, sin embargo, los
mensajes a las otras iglesias también contienen palabras de admonición 755 con las cuales
ella puede beneficiarse (ver 2JT 125, 187, 210, 255; 8T 98-99).