vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge
tus ojos con colirio, para que veas.
19 Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso, y arrepiéntete.
20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y
cenaré con él, y él conmigo.
21 Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me
he sentado con mi Padre en su trono.
22 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. 772
1.
Ángel.
Ver com. cap. 1:20.
Sardis.
Una ciudad importante a poca distancia al sur de Tiatira. Sardis gozaba como Tiatíra de una
ubicación comercial favorable. Estrabón, el antiguo geógrafo, la llamaba "una gran ciudad"
(
Geografia
xiii. 4. 5), aunque en los días de Juan no rivalizaba en importancia ni con Efeso ni
con Pérgamo. Hay más información acerca de Sardis en las pp. 102-104. El significado del
nombre es incierto; sin embargo, algunos sugieren "canción de gozo", o "lo que queda", o
"algo nuevo".
Siete espíritus.
Ver com. cap. 1:4.
Siete estrellas.
Esta figura, como las que dan comienzo a los mensajes a cada una de las otras iglesias,
deriva de la descripción de Cristo glorificado en el cap. 1 (ver com. vers. 16, 20).
Tus obras.
Ver com. cap. 2:2.
Nombre.
Aquí "reputación". Esta iglesia se caracterizó por la hipocresía: no era lo que pretendía ser.
Las iglesias de la Reforma afirmaban que habían descubierto lo que significaba vivir por la fe
en Jesucristo, pero cayeron finalmente en un estado que se parecía, en ciertos sentidos, al
de la organización de la cual se habían apartado (cf. 2 Tim. 3:5). Su nombre -protestante-
implicaba oposición a los abusos, los errores y el formalismo de la Iglesia Católica Romana, y
el nombre Reforma daba a entender que ninguna de estas faltas se hallaba dentro del redil
protestante. Ver pp. 44-69.
Estás muerto.
Este punzante comentario da comienzo a un mensaje que consiste mayormente de
reprensiones. El pecado de la hipocresía mereció las condenaciones más penetrantes de
Jesús contra los dirigentes religiosos de sus días (Mat. 23:13-33). El Cristo glorificado envía
ahora a la iglesia hipócrita de Sardis su más directa reprensión. En vez de estar viva en
Cristo (cf. Efe. 2:5; Col. 2:13; Gál. 2:20), como lo pretendía esta iglesia, en verdad estaba
"muerta" (cf. 2 Tim. 3:5). Este mensaje aplicado a Sardis, puede considerarse como dirigido
al período de la iglesia que existió hacia fines de la época de la Reforma, de 1517 a 1755; sin