Página 184 - Comentario bíblico adventista del séptimo día tomo Apocalips

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Llave de David.
Este versículo aplica a Cristo la profecía de Isaías acerca de Eliaquim (Isa. 22: 20-22; ver 2
Rey. 18: 18). Eliaquim fue nombrado para supervisar "la casa de David", como lo demuestra
el hecho de que se le" daría "la llave de la casa de David". El hecho de que Cristo tenga la
"llave" representa su autoridad sobre la iglesia y sobre el propósito divino que debía ser
cumplido por ella (ver Mat. 28:18; Efe. 1:22). Cf Apoc. 5:5; 22:16; ver com. Mat.1: 1.
El que abre.
Es decir, con "la llave de David". Cristo tiene plena autoridad para abrir y cerrar, para hacer
triunfar el plan de la redención.
8.
Tus.
En cuanto al énfasis del singular, ver com. cap. 2:2.
Obras.
Ver com. cap. 2:2.
Una puerta abierta.
En el versículo anterior se dice que Cristo tiene "la llave de David", y en el vers. 8 puede
sugerir que con esa "llave" abre ante la iglesia de Filadelfia una "puerta" de oportunidades
limitadas para la victoria personal en la lucha con el pecado y para dar el testimonio de la
verdad salvadora del Evangelio. De manera similar se usa una "puerta" como símbolo de
oportunidad en Hech. 14: 27; 1Cor. 16: 9; 2 Cor. 2: 12; Col. 4: 3.
Los adventistas del séptimo día sostienen que el fin del período de Filadelfia (1 844) señala
el comienzo del juicio investigador descrito en Dan. 7: 10; Apoc. 14: 6-7 (ver los comentarios
respectivos). Cristo es nuestro gran Sumo Sacerdote (Heb. 4: 14-15; 8: l) que ministra en el
santuario celestial, "aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre" (Heb.
8: 2, 61 Exo. 25: 8-9). Ahora bien, el ritual del santuario terrenal consistía esencialmente en
dos partes: el lugar santo, el servicio de ministración diaria por el pecado; y en el lugar
santísimo, el servicio anual en el día de la expiación, que era considerado como un día de
juicio (ver Heb.9: 1, 6-7; com. Dan .8: 11, 14). En vista de que el santuario terrenal servía
como "figura y sombra de las cosas celestiales" (Heb. 8: 5), es razonable concluir que los
servicios diarios y anuales de este santuario tienen su equivalencia en el ministerio de Cristo
en el santuario celestial. Hablando en términos del simbolismo del santuario terrenal -"figura
del verdadero" (Heb. 9: 24)-, puede afirmarse que en el día de la verdadera expiación que
comenzó en 1844, nuestro gran Sumo Sacerdote dejó el lugar santo del santuario celestial y
entró en el lugar santísimo. Por lo tanto, la "puerta cerrada" sería la del lugar santo del
santuario celestial, y la "puerta abierta" la del lugar santísimo, donde Cristo desde ese tiempo
ha estado ministrando en la obra del gran día de la verdadera expiación (ver CS 483-484,
488; PE 42). En otras palabras: la "puerta cerrada" indica la terminación de la primera fase
del ministerio celestial de Cristo, y la "puerta abierta", el comienzo de la segunda fase. Se
ocupa de este tema de "la puerta cerrada" en las enseñanzas de los primeros adventistas, L.
E. Froom en
The Prophetic Faith of Our Fathers,
t. 4, pp. 829-842; F.D.
Nichol en Ellen G.
White and her Critics,
pp. 161-252. Hay un resumen de la doctrina del santuario en la Nota
Adicional de Heb.10.
Nadie puede cerrar.