Columna en el templo.
Una "columna" en sentido metafórico es, por supuesto, parte de un "templo" metafórico,
figurado. En el NT la palabra que se traduce "templo" (
naós
)
generalmente se refiere al
santuario interior, que comprende los lugares santo y santísimo 776 y no a todo el conjunto
de edificios que constituían el antiguo templo. Por lo tanto, esta promesa significa que el
vencedor ocupará un lugar permanente e importante en la presencia de Dios. También se
usa la palabra "columna" en sentido metafórico en Gál. 2:9; 1 Tim. 3:15.
Nunca más saldrá de allí.
Esto es, será permanente. En armonía con la figura, "salir de allí" sería dejar la presencia de
Dios deliberadamente como lo hizo Lucifer (PP 15). Una promesa como ésta sólo se podría
hacer a los que vencen permanentemente. En esta vida aún queda la posibilidad de "salir
fuera", pero en la vida futura nadie querrá salir.
Nombre de mi Dios.
Ver com. Hech. 3:16; Apoc. 2:3; cf. Apoc. 2:17; 14: l; 22:4. Continúa el lenguaje simbólico
que comienza con la columna, y por lo tanto debe tomarse figuradamente. Puesto que un
"nombre" refleja la personalidad y el carácter, esta promesa "significa que los que venzan
recibirán la huella o impresión permanente del carácter de Dios"; la imagen de su Creador
será plenamente restaurada en ellos. Este lenguaje figurado también puede entenderse como
que implica que los santos victoriosos serán plenamente la propiedad de Dios como lo
manifiesta el nombre divino, como señal de propiedad que se les aplica.
Nombre de la ciudad.
La columna tiene grabado en ella no sólo el nombre divino sino también el de la nueva
Jerusalén. Puede entenderse que el cristiano victorioso es ciudadano de la nueva Jerusalén
y que tiene derechos a vivir en ella (cap. 22:14).
Nueva Jerusalén.
No "nueva" en el sentido de ser una réplica de la ciudad literal que llevaba el mismo nombre,
sino en contraste sobrenatural con su equivalente terrenal. El propósito era que la antigua
Jerusalén llegase a ser la metrópoli de esta tierra y permaneciera para siempre (ver t. IV, pp.
31-32). Como fracasó en llevar a cabo la tarea que se le encomendó, ese papel será
concedido a la nueva Jerusalén. La expresión nueva Jerusalén es exclusiva del Apocalipsis,
pero el pensamiento se anticipa en Gál. 4:26; Heb. 12:22. En cuanto al significado del
nombre Jerusalén, ver com. Jos. 10: 1.
La cual desciende.
Ver com. cap. 21:2.
Mi nombre nuevo.
El tercer nombre escrito en la columna simbólica es el de Cristo. Por medio de Cristo, el
vencedor recibe el carácter divino representado por el nombre (ver com. Hech. 3:16). Sólo
en virtud de que Dios se hizo hombre en Jesucristo, puede el hombre ser restaurado
nuevamente a la imagen de Dios. Esto se lleva a cabo por el don de la vida y el carácter de
Cristo que se imparten al creyente (ver Gál. 2:20; DTG 352). Recibir el nombre de Cristo es
recibir la confirmación de que es nuestro dueño (ver com. 2 Cor. 1:22).
13.