compárese con el comentario del vers. 5).
En el cielo.
No "que conducía al cielo", como si Juan estuviese afuera y mirando hacia adentro. Como al
mirar hacia adentro contempló el trono de Dios, ésta debe haber sido una puerta que
conducía a la sala del trono del universo. Esta sala del trono ha sido identificada como el
lugar santísimo del santuario celestial.
Después de considerar el estado de la iglesia en la tierra (cap. 1-3), la atención de Juan se
dirige ahora a una visión simbólica del trono de Dios en el cielo. Que la descripción del trono
de Dios y la escena que lo rodea en los cap. 4 y 5 deben entenderse simbólica y no
literalmente, es claro, por ejemplo en cap. 5:6, donde se describe a Cristo como "un Cordero
como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos", y, sin embargo, estaba vivo y podía ir y
tomar el libro de la mano de Dios. Puesto que éste es un lenguaje evidentemente simbólico,
es lógico que toda la escena profético debe interpretarse de la misma manera. En el símbolo
el profeta puede volar sobre los objetos terrenales y materiales hasta alcanzar los niveles
más elevados de la mente y el corazón, recibiendo impresiones celestes que sobrepujan la
expresión del lenguaje literal (ver com. Eze. 1:10)
La primera voz.
El significado del texto original se expresa más claramente así: "He aquí... la primera voz que
oí como de trompeta, hablando conmigo, dijo..." Esta es, sin duda, la voz del cap. 1: 10, la
que dio comienzo a la primera visión y ahora inicia la segunda.
Sube acá.
Una invitación para que Juan entrara en visión, apartando sus sentidos de las cosas
terrenales que lo rodeaban para enfocarlos en las realidades celestiales.
Después de éstas.
No necesariamente después del cumplimiento de la visión anterior, sino desde el punto de
vista del tiempo de Juan; por consiguiente, esta declaración es paralela a la del cap. 1: 1 (ver
el comentario respectivo).
2.
En el Espíritu.
Gr. en
pnéumati
(ver com. cap. 1: 10). Juan entra en visión por segunda vez. No se sabe
cuánto tiempo transcurrió entre la primera visión y ésta.
Establecido.
El trono ya estaba en su lugar.
Uno sentado.
La reverente discreción de Juan para describir al Gobernante del universo con palabras que
parecieran en modo alguno antropomórficas, es clara, porque lo describe simplemente con el
participio
kath
'
menos,
"sentado", sin decir qué o quién estaba sentado. Sólo afirma que
sobre el trono había una presencia. Esta referencia al Padre se halla en notable contraste
con la detallada descripción del Hijo (cap. 1: 13-16); pero el Hijo es humano a la vez que
divino, y por lo tanto puede ser descrito apropiadamente en términos humanos (vers. 3; cf.
cap. 6:16; 7: 10).