Página 212 - Comentario bíblico adventista del séptimo día tomo Apocalips

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9 CS 710
10 PE 290
11 CH 32; CS 533, 565, 699, 737; DMJ 93;
HR 453; MeM 90, 316; PP 15
11-14 6T 59
12 CS 705-706, 730; DTG 105, 774; ECFP
120; HAd 490; MC 405; MeM 359
12-13 FV 367; HAp 481; MC 405
13 cm 232-233; CS 600, 737; DTG 774->
HR 453; 1JT 232; 3JT 34; PP 583
CAPÍTULO 6
1
Los sellos son abiertos en orden; lo que sigue contiene una profecía de lo que sucederá
hasta el fin del mundo.
1 VI CUANDO el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes
decir como con voz de trueno: Ven y mira.
2 Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una
corona, y salió venciendo, y para vencer.
3 Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira.
4 Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la
paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada.
5 Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he
aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano.
6 Y oí una voz de en medio de los cuatro 791 seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo
por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino.
7 Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira.
8 Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el
Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con
espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra.
9 Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por
causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían.
10 Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y
vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?
11 Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de
tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también
habían de ser muertos como ellos.
12 Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro
como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre;