Cadáveres.
La evidencia textual establece el singular: "cadáver". Cada uno tiene un cadáver.
Estarán.
Dejar sin sepultar un cadáver siempre se ha considerado como una indignidad repugnante
(cf. Sal. 79: 2-3). Ver com. Apoc. 11: 9.
La grande ciudad.
El hecho de que se diga que esta ciudad es aquélla "donde también nuestro Señor fue
crucificado", parecería identificarla con Jerusalén, la "ciudad santa" del vers. 2; sin embargo,
muchos comentadores han entendido figuradamente la expresión "donde también nuestro
Señor fue crucificado", como sin duda también han de entenderse los nombres Sodoma y
Egipto. Por lo tanto, identifican "la gran ciudad" con Francia, nación que manifestó al final del
período de 1.260 años las características simbolizadas por estas expresiones. Los
adventistas del séptimo día sostienen, en términos generales, este último punto de vista.
En sentido espiritual.
Gr.
pneumatik
'
s
, es decir, no literalmente sino en sentido espiritualmente figurado (cf. Isa. 1:
10).
Sodoma.
Sodoma es símbolo de degradación moral (Eze. 16: 46-55). Esta fue la condición de Francia
durante la Revolución.
Egipto.
Este país fue conocido por su obstinada negación de la existencia del Dios verdadero y por
desafiar sus órdenes. Faraón dijo con altanería: "¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz
... ? Yo no conozco a Jehová" (Exo.5: 2). Estas actitudes fueron características de los
dirigentes de la Revolución Francesa.
Crucificado.
En la persona de sus seguidores, muchos de los cuales perecieron en las persecuciones en
Francia.
9.
Los pueblos... y naciones.
Otras naciones que observarían la guerra de Francia contra la Biblia.
Tres días y medio.
En armonía con el principio de interpretación profético que un día representa un año, "tres
días y medio" equivalen a tres años y medio. Los adventistas del séptimo día, que entienden
que la bestia del vers. 7 representa a la Primera República Francesa (1789-1801),
especialmente en lo referente a sus tendencias antirreligiosas, sitúan el cumplimiento de esta
profecía en el breve período de la historia de la Revolución Francesa, cuando el ateísmo
llegó a su apogeo. Este período puede calcularse a partir del 26 de noviembre de 1793,
cuando se promulgó un decreto en París para abolir la religión, hasta el 17 de junio de 1797
cuando, según se afirma, el gobierno francés quitó las restricciones impuestas a la práctica
de la religión.