Página 261 - Comentario bíblico adventista del séptimo día tomo Apocalips

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12.
Una gran voz del cielo.
No se identifica al que habla, pero probablemente sea Dios.
Subid acá.
Los testigos no sólo son resucitados por Dios, sino que se les ordena entrar en el ciclo.
Mientras "sus enemigos" los contemplan, son completamente vindicados de los ultrajes que
habían sufrido, y es demostrada ante todos la veracidad de la profecía que habían
proclamado fielmente durante 1.260 días o años. La voz de Dios les da la bienvenida al cielo
en presencia de los que habían intentado destruirlos.
Este ensalzamiento de los dos testigos se ha entendido como un símbolo de la gran
propagación de las Escrituras a partir del principio del siglo XIX. Poco después de la
Revolución Francesa fueron establecidas varias sociedades bíblicas nacionales. Las más
notables de todas han sido la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera, fundada en 1804, y la
Sociedad Americana, organizada en 1816. Estas sociedades y otras más hacen circular
Escrituras (hasta 1989) en más de 1.907 diomas y dialectos. En algo más de un siglo y
medio, la Biblia, en vez de ser relegada al olvido como guía espiritual, ha llegado a gozar su
más amplia circulación.
Subieron... en una nube.
Mientras Jesús se despedía de sus discípulos, "te recibió una nube que le ocultó de sus ojos"
(Hech.. 1: 9). Los dos testigos también son llevados al cielo en una nube. El lenguaje
describe de una manera muy adecuada el ensalzamiento de las Escrituras en el período que
siguió a su supresión Francia (ver com. Apoc, 11: 9; cf. Dan. 4: 22).
Sus enemigos los vieron.
Ver com. "subid acá".
13.
Aquella hora.
Es decir, casi inmediatamente después de la ascensión de los testigos.
Un gran terremoto.
El símbolo de un terremoto se usa repetidas veces en las Escritura describir la agitación y
perturbación que caracterizarán al mundo inmediatamente antes de la segunda venida de
Cristo (Mar. 13: 8; Apoc. 16: 18). Cuando los comentadores aplican esta profecía a Francia,
ven en el terremoto un cuadro de la agitación que sacudió a esa nación a fines del siglo XVIII.
Décima parte.
No es el terremoto final, porque en esta ocasión (cf. cap. 16:18) sólo cae una fracción de la
ciudad (ver com. vers. 2, 8). Este terremoto significa un castigo transitorio que atemoriza a
algunos de los que se han gloriado por la muerte de los testigos. Algunos aplican la
expresión "la décima parte de la ciudad" a toda la nación francesa; razonan que Francia era
uno de los "diez reyes" que surgirían a raíz de la caída del Imperio Romano (Dan. 7: 24).
Otros identifican la ciudad con la Roma papal y a Francia como una de sus diez divisiones.
Siete mil.