13 Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los
muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque
sus obras con ellos siguen.
14 Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del
Hombre que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda.
15 Y del templo salió otro ángel proclamando a gran voz al que estaba sentado sobre la
nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está
madura.
16 Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada.
17 Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda.
18 y salió del altar otro ángel que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía
la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus
uvas están maduras.
19 Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el
gran lagar de la ira de Dios.
20 Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los
caballos, por mil seiscientos estadios.
1.
Miré.
Mejor "Vi".
El Cordero.
Sin duda se refiere al Cordero mencionado en cap. 5: 6 (ver el comentario respectivo). En
cuanto al uso del artículo para referirse a datos proféticos previamente introducidos, ver com.
Dan.7: 13; cf. com. Apoc. 1: 13.
El Monte de Sión.
Ver com. Sal. 48: 2. Apoc. 14: 1-5 se relaciona estrechamente con el cap. 13: 11-18. Los
144.000 aparecen con el Cordero sobre el monte de Sión para indicar su triunfo sobre la
bestia y su imagen. Juan los había visto pasar poco antes por una prueba sumamente
severa, aislados socialmente y condenados como merecedores de la pena de muerte. Pero
en su hora más oscura fueron librados, y ahora están con el Cordero librados eternamente de
los conflictos de la tierra.
Ciento Cuarenta y Cuatro mil.
En cuanto a la identidad de este grupo, ver com. cap. 7: 4.
El nombre . . . de su Padre.
En el cap. 7: 3 se dice que los 144.000 son sellados "en sus frentes", por lo tanto, hay una
estrecha relación entre el sello y el nombre divino. En esta visión de Juan el sello
evidentemente tenía el nombre del Padre y del Hijo. En los sellos antiguos se grababa el
nombre de la persona, lo que les daba validez. En cuanto a ejemplos de inscripciones en
estos sellos, ver com. cap. 7: 2. Los nombres, aplicados a los 144.000, representan (1) el
dueño: los 144.000 pertenecen a Dios; (2) el carácter: los 144.000 reflejan plenamente la
imagen de Jesús. Cf. com. cap. 13: 17, donde la marca de la bestia y el nombre de la bestia