Ver com. cap. 1:2, 10.
Ángel de las aguas.
Es decir, el que tenía jurisdicción sobre las aguas. Compárese con los ángeles de los cap.
7:1 y 14-18, que tienen poder sobre los "vientos" y sobre el "fuego", respectivamente. Puede
referirse al ángel encargado de derramar la tercera plaga sobre los "ríos y.. las fuentes de las
aguas".
Justo eres tú.
La terrible naturaleza de la tercera plaga indudablemente exige una declaración en defensa
de Dios, que la autoriza. El es completamente justo en esta demostración de su "ira" (ver
com. cap. 15:3-4; 16: 1).
Señor.
La evidencia textual establece (cf. p. 10) la omisión de esta palabra. La omiten la BJ, BA, BC
y NC.
Que eres y que eras.
Ver com. cap. 1:4.
El Santo.
La inmutabilidad de Dios contrasta agudamente con los cambios devastadores que
sucederán en la tierra.
Estas cosas.
Es decir, las primeras tres plagas y posiblemente las que aún están por caen
6.
Por cuanto derramaron.
Sin duda se incluye la sangre aún no derramada de los santos vivos que han sido señalados
para el martirio (ver com. cap. 17:6; 18:20). Cuando los impíos condenan a muerte al pueblo
de Dios, son tan culpables de su sangre como si ya la hubieran derramado (CS 686; cf. Mat.
23:35).
Santos y... profetas.
Ver com. Hech. 9:13; Rom. 1:7; Apoc. 18:20.
Tú les has dado.
Una afirmación de que la plaga proviene directamente de Dios (ver com. vers. 1; cf. CS
40-41).
Lo merecen.
Su castigo corresponde exactamente con su crimen. Los impíos merecen el castigo que se
les aplica; no es en ningún sentido un acto arbitrario de Dios (ver com. vers. l).
7.
Oí.