En vista de que el cap. 17 parece tratar más particularmente con el tiempo de las siete plagas
postreras (ver com. vers. 1), algunos sostienen que este "desierto" simboliza la situación del
pueblo de Dios durante ese tiempo. La situación que aquí se describe es semejante, aunque
no idéntica, a la del "desierto" del cap. 12:6, 13-16.
Mujer.
Los profetas del AT repetidas veces comparan al pueblo de Dios que ha apostatado con una
ramera (cf. Eze. 16:15-58; 23:2-21; Ose. 2:5; 3: 1; etc.). Esta "mujer" la "gran ramera" (Apoc.
17: 1), la simbólica "Babilonia la grande" (vers. 5) -, es culpable de "la sangre... de todos los
que han sido muertos en la tierra" (cap. 18:24) sin duda a través de la historia. La Babilonia
simbólica constituye la oposición religiosa organizada contra el pueblo de Dios,
probablemente a través de toda la historia pero aquí específicamente en el tiempo del fin (ver
com. cap. 17:5).
Sentada.
La flexión del verbo denota una acción continuada. En el vers. 1 se presenta a la "gran
ramera" ejerciendo dominio religioso directo sobre los seres humanos; aquí, dirigiendo la
política del gobierno civil (ver com. vers. 18). Una característica continua del cristianismo
apóstata ha sido la de unir la iglesia con el Estado para consolidar el dominio religioso sobre
la política (cf. t. IV, p. 863). Compárese con la declaración de nuestro Señor de que su
"reino" no es "de este mundo" (Juan 18:36).
Bestia.
En la profecía bíblica las bestias generalmente representan poderes políticos (Dan. 7: 3-7,
17; 8: 3, 5, 20-21 ; cf. Apoc. 12:3; 13: 1). El color de esta bestia puede insinuar que es el
compendio del mal, así como los nombres de blasfemia que la cubren indican que se opone a
Dios. Por lo tanto, esta bestia puede ser identificada como Satanás que obra por medio de
esos instrumentos políticos, que se han sometido a su dominio a través de la historia.
Esta bestia se parece en ciertos aspectos al gran dragón bermejo del cap. 12: 3, y en otros, a
la bestia semejante a un leopardo del cap. 13: 1-2 (ver los comentarios respectivos). El
contexto hace parecer más estrecha esta última relación. La diferencia principal entre la
bestia del cap. 13 y la del cap. 17 es que en la primera, que se identifica con el papado, no se
hace distinción entre los aspectos religioso y político del poder papal, mientras que en la
segunda los dos son distintos: la bestia y la mujer representan al poder político y religioso
respectivamente.
Escarlata.
O "carmesí", un color brillante que llama la atención. En Isa. 1: 18 el carmesí es el color del
pecado. Compárese con el "gran dragón escarlata" de Apoc. 12: 3.
Llena.
La apostasía y la oposición a Dios serán totales.
Nombre de blasfemia.
O "nombres blasfemos" (ver com. Mar. 2: 7; 7: 22). En Apoc. 13: 1 (ver el comentario
respectivo) los nombres están sobre las siete cabezas; aquí se hallan esparcidos por toda la
bestia. Estos nombres indican el carácter de la bestia, intenta usurpar las prerrogativas de la
Deidad. El hecho de que esté "llena" de nombres blasfemos, indica que está completamente
dedicada a lograr sus propósitos. Cf. Isa. 14: 13-14; Jer. 50: 29, 31; Dan. 7: 8, 11, 20, 25;
11: 36-37.