Otros consideran que las siete cabezas representan los poderes perseguidores principales
que Dios escogió para sí un pueblo 868 y una obra organizada en la tierra, y por lo tanto
especifican que esos poderes son Egipto, Asiria, Babilonia, Persia, Grecia, el Imperio
Romano y el papado. Los que sostienen interpretación llaman la atención al importante papel
de Egipto y Asiria respecto a Israel en la historia y profecía del AT. También destacan las
siguientes circunstancias cuando cada uno de estos siete poderes procuró sucesivamente
aniquilar al pueblo de Dios, subyugarlo o hacer desaparecer su carácter religioso distintivo:
(1) Egipto, junto al mar Rojo, Exo. 14: 9-30; Asiria, en tiempo de Senaquerib, Isa. 8: 4-8; 36:
1-15; 37: 3-37; (3) Babilonia, durante el cautiverio, Jer. 39: 9-10; 52: 13-15; (4) Persia, en
tiempo de Amán, Est. 3: 8-9; 7: 4; 9: 1-6; (5) Grecia, con Antíoco Epífanes, 1 Mac. 1: 20-64; 3:
42; 4: 14 y 36-54; (6) Roma, cuando persiguió tanto a los judíos como a los cristianos, Dan. 8:
9-12, 24-25; Mat. 24-15, 21; Luc. 21: 20-24; Apoc. 2: 10, 13; y (7) el papado, a través de su
historia perseguidora, Dan. 7: 21, 25; 8: 24; 11: 33, 35.
En vista de que la Inspiración no ha indicado si debe entenderse que las siete cabezas
representan siete naciones particulares y no ha especificado ningún momento desde el cual
deben calcularse, este
Comentario
considera que la evidencia es insuficiente para garantizar
una identificación dogmática de ellas. Apoc. 17 trata de la bestia durante su período "será",
cuando es "el octavo" (ver com. vers. 8, 11), y la interpretación del mensaje básico del
capítulo afortunadamente no depende de la identificación de las siete cabezas.
Montes.
Un símbolo profético común para designar poderes políticos o político-religiosos (Isa. 2: 2-3;
Jer. 17: 3; 31: 23; 51: 24-25; Eze. 17: 22-23; etc.). Este símbolo también puede ser una
alusión a la ciudad de Roma con sus siete colinas. Los escritores clásicos a menudo se
refieren a Roma como la ciudad de las siete colinas (Horacio,
Carmen Saeculare
[Odas
seculares] 7; Virgilio,
Eneida
vi, 782-784;
Geórgicas
ii. 534-535; Marcial,
Epigramas
iv. 64. 11,
13; Cicerón,
Cartas a Ático
vi. 5; Propercio,
Elegías
iii. 11; etc.). En los primeros siglos los
cristianos se referían comúnmente a Roma como a "Babilonia" (ver com. 1 Ped. 5: 13; Apoc.
14: 8), quizá para evitar que se los considerara como personas subversivas cuando hablaban
y escribían del proceder anticristiano de Roma y los castigos inminentes de Dios que caerían
sobre ella. En vista de la relación histórica de la antigua Babilonia con el pueblo de Dios en
los tiempos del AT, la denominación "Babilonia" era muy apropiada para aplicarla a Roma en
sus relaciones con el cristianismo.
Se sienta la mujer.
El ángel presenta a la "mujer" sentada sobre las siete "cabezas", mientras que en el vers. 3
se halla sentada sobre la "bestia" (ver el comentario respectivo); por lo tanto, evidentemente
es lo mismo estar sentada sobre siete cabezas que estar sentada sobre la bestia. Se
deduce, pues, que no hay una distinción básica entre la bestia y sus cabezas, y
probablemente no se intenta señalar ninguna diferencia
10.
Y son siete reyes.
Estos "reyes", las "cabezas" y los "montes", parece que se identifican como una misma cosa.
No es clara la distinción -si es que la hay- entre los "reyes" y los "montes".
Cinco de ellos han caído.
No se dice claramente en qué momento puede decirse que cinco de las cabezas han "caído",
que una "es" y que otra "aún no ha venido". Los expositores adventistas sostienen en