Gr.
misthós
, "jornal", "salario", "lo que se debe". Compárese con el uso de la palabra en Mat.
5: 12, 46; 20: 8; 2 Ped. 2: 13.
Obra.
Gr.
érgon
, "acción", "obra", "hecho". El número singular sugiere que la palabra se usa
colectivamente para referirse a todas las acciones que han conformado la vida de las
personas. Los efectos de la gracia de Cristo o de su rechazamiento también se tomarán en
cuenta cuando se examine la "obra" de "cada uno" (ver com. Eze. 18: 22, 24).
13.
El Alfa y la Omega.
La primera y la última letra del alfabeto griego. Se usan para describir al Señor como el
Creador de todas las cosas y como la revelación primera y final de Dios a los hombres (cf.
com. cap. 1: 8).
El principio y el fin.
Todas las cosas creadas deben su existencia a Cristo; todas las cosas hallan su fin en
relación con él. Cf. com. Col. 1: 16-17.
El primero y el último.
El desarrollo del plan de salvación desde el principio hasta el fin está ligado a Cristo Jesús.
Los tres títulos de este versículo resumen las actividades de Cristo en relación con la
salvación del hombre (cf. com. cap. 1: 17).
14.
Bienaventurados.
La séptima bienaventuranza o bendición para los fieles (ver com. vers. 7).
Los que lavan sus ropas.
La evidencia textual favorece (cf. p. 10) este texto, si bien muchos MSS tardíos, escritos en
cursiva, dicen, como la RVA, "los que guardan sus mandamientos". De los manuscritos
unciales antiguos (ver t. V, pp. 115-118) sólo el Sinaítico y el Alejandrino contienen esta
sección del Apocalipsis, y ambos dicen: "que lavan sus vestiduras". Las dos frases son muy
similares en el griego, sobre todo en mayúsculas y sin una clara separación entre las
palabras, cosas que pueden apreciarse en los unciales antiguos. La siguiente transliteración
mostrará la similitud:
HOIPOIOUNTESTASENTOLASAUTOU:
"Que
guardan
sus
mandamientos".
HOIPLUNONTESTASSTOLASAUTON:
"Que lavan sus vestiduras".
En realidad, ambas variantes son apropiadas en el contexto, y están en armonía con las
enseñanzas de Juan en otros lugares. En cuanto al tema de guardar los mandamientos, ver
Apoc. 12: 17; 14: 12; cf. Juan 14: 15, 21; 15: 10; 1 Juan 2: 3-6; y en relación con el
lavamiento de las vestiduras, ver Apoc. 7: 14, donde se describe a una muchedumbre de
santos que "han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero".
Nuestro derecho a entrar en el cielo se debe a la justicia de Cristo que se nos da sin
merecerla; y nuestra idoneidad para el cielo, es el resultado de la justicia que se nos imparte
a medida que seguimos sus pasos. Esta justicia está simbolizada por las ropas lavadas y
emblanquecidas. La evidencia externa de la justicia que imparte Cristo es el cumplimiento