Página 64 - Comentario bíblico adventista del séptimo día tomo Apocalips

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de rehabilitar a las familias de protestantes, como la de Jean Calais, y de políticos, como el
gobernador francés de la India, Lolly-Tollendal que había sido injustamente acusado de
malos manejos. Voltaire era incrédulo porque rechazaba la enseñanza cristiana acerca de la
salvación; pero no era ateo. Sus últimas palabras fueron: "Muero adorando a Dios, amando a
mis amigos, no odiando a mis enemigos y detestando la superstición" (S. G. Tallentyre,
Voltaire in His Letters,
p. 222).
Su contemporáneo J. J. Rousseau (1712-1778), de Ginebra, consideraba que la conciencia
individual era el centro de la religión. Concebía que el hombre es bueno por naturaleza, pero
que se hace malo al relacionarse con otros hombres. En su obra
Emilio,
procedió a
demostrar que el hombre debía ser educado sobre una base enteramente diferente de la
usada hasta entonces. En su obra
Discurso sobre la desigualdad entre los hombres,
enseña
que el hombre debe cambiar su concepto del mundo y de la justicia en general. El propósito
de
El control social,
obra suya, es que el Estado debe ser reorganizado basándose en un
convenio mutuo entre las diversas clases sociales. Sus ideas inspiraron directamente al
socialismo del siglo XIX. Consideraba que el elemento básico de la religión es el sentimiento.
Para Rousseau el sentimiento era la base de un sistema metafísico, y éste era el resultado de
la experiencia bajo la influencia de la filosofía, pero liberado del formalismo mediante una
referencia constante a los sentimientos y a las emociones como la fuente primaria de la
religión. Rousseau encontraba la esencia de la religión no en el intelecto cultivado, sino en el
entendimiento ingenuo y espontáneo de los indoctos. Con Rouseau la religión natural tuvo
un nuevo significado: "naturaleza", la cual ya no consideró más como universalidad en el
orden cósmico, sino como sencillez y sinceridad primitivas en contraste con artificialidad.
El racionalismo y el deísmo trataron de eliminar la misma esencia de la religión. El deísmo
no es una respuesta a la pregunta de cómo puede alcanzar el hombre la 76 salvación y
obtener la redención y la reconciliación; es sólo un intento filosófico de explicar el mundo.
Uno de los discípulos del racionalismo fue el filósofo alemán Emmanuel Kant (1724-1804),
quien destacó los límites del intelecto humano usando los principios de la ética.
Argumentaba que Dios y la realidad del alma viviente son los postulados de la razón práctica.
La contribución de Kant, desde el punto de vista religioso y concreto, consiste en su
insistencia sobre el deber y el hecho inmutable de la ley moral de Dios.
La Revolución Francesa y el cristianismo.-
La Edad Media fue favorable para el incremento del poder papal, pero la influencia del
racionalismo y el aumento del conocimiento en el siglo XVIII ayudaron al desarrollo del poder
civil y político. El secularismo encontró un terreno preparado especialmente en Francia. La
Iglesia Galicana (francesa) había intentado poner un sello nacional sobre el catolicismo.
Según el Concordato de Bolonia, 1516, los reyes tenían el derecho de nombrar a los obispos.
El poder del Estado aumentó aún más debido a la Reforma. En la Francia del siglo XVII el
papa sólo tenía una jurisdicción limitada; estaba estrictamente reducido a asuntos religiosos;
se le negaba toda interferencia en asuntos temporales. Las comunidades civiles dejaron de
ser consideradas como dependientes de la iglesia en el siglo XVIII, y el Estado ganó un
ascendiente siempre mayor en Francia.
El Estado era considerado como un medio para alcanzar libertad y felicidad. Esta noción
predominó en varios países occidentales y aun en las colonias, y es la idea básica en la
declaración de la independencia norteamericana, donde "la vida, la libertad y la prosecución
de la felicidad" se mencionan como derechos inalienables del hombre.
La Revolución Francesa fue otro producto de este mismo concepto. Había urgencia de
construir un mundo basado en los principios de libertad, igualdad y fraternidad y de concretar,
por lo menos, un orden de cosas que respetara los "derechos del hombre". Los hombres
estaban listos para aceptar un cambio, y así terminó la sociedad feudal en Francia. Las