El monasterio de San Juan en Patmos.-
En 1088 el emperador bizantino Alejo Comneno entregó la isla a perpetuidad al monje
Cristódulo y sus sucesores, para que allí establecieran un monasterio. Construyeron, con la
ayuda de obreros traídos de la isla vecina de Cos, el monasterio de San Juan que se
convirtió en un centro religioso, comercial e intelectual, gracias al apoyo del imperio y del
patriarcado, y a pesar de los piratas y las guerras. Desde afuera, el edificio parece más una
fortaleza que un monasterio. 87
Aunque no se han hecho excavaciones modernas, se afirma que el monasterio, en la parte
más alta de Patmos, se construyó donde antes había existido un templo a la diosa Artemisa.
También se dice que era el plan que nunca hubiera mujeres en la isla de Patmos, prohibición
que rige, por ejemplo, en Atos.
Uno de los documentos importantes de la biblioteca del monasterio es la bula de Alejo
Comneno que autoriza el establecimiento de la institución. Tiene 2,70 m de largo por unos
41 cm de ancho. La escritura es grande y se lee con facilidad. Otros manuscritos y
documentos de la biblioteca incluyen una edición del siglo VII de Job, escrita en pergamino
con letras mayúsculas. Este manuscrito está embellecido con ilustraciones que representan
a los hijos y a las hijas de Job y la historia personal del patriarca. Entre los 890 manuscritos
de la biblioteca del monasterio se encuentra uno que consta de 33 hojas del Códice Purpúreo
(N), que contienen la mayor parte del Evangelio de Marcos. El resto de este códice del siglo
VI se encuentra en Leningrado (182 hojas) y en otros museos. Las hojas miden unos 24 cm
por 32 y son de pergamino (vitela) teñido de púrpura. Está escrito en dos columnas con
letras plateadas, salvo los nombres de Dios y de Jesús, que aparecen en letras doradas.
Los tesoros del monasterio están bien guardados. Consisten en mitras, coronas, cruces de
diversas clases, algunas con joyas preciosas incrustadas, vestiduras, báculos de sacerdotes
y pinturas religiosas. Entre los tesoros del monasterio también hay reliquias muy apreciadas.
Los monjes afirman que además del cuerpo de Cristódulo tienen diversos huesos o
fragmentos de huesos de otros santos de siglos pasados. Conservan los zapatos y el báculo
del fundador del monasterio. Los monjes a veces también muestran una cadena con la que,
según afirman, Juan fue atado cuando estaba preso.
La cueva del Apocalipsis.-
Bajando por el cerro sobre el cual está el monasterio, poco más o menos a mitad de camino
al puerto de Skala, hay una cueva en la piedra del tamaño de un cuarto pequeño. Según la
tradición este fue el lugar donde vivió Juan mientras estaba en Patmos. La cueva está
iluminada con lámparas colgantes, y encima de ella se ha construido una capilla bastante
grande. En el techo de la cueva hay tres grietas que se afirma que fueron ocasionadas por
un terremoto cuando el Señor dijo: "Yo soy el Alfa y la Omega,... el primero y el último". Se le
dice al visitante que las tres grietas representan al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo que se
unen para formar la Trinidad.
Una curiosa tradición dice que un borde rocoso a lo largo de la pared era el escritorio o mesa
que Juan usó para escribir el Apocalipsis. Un hueco en la pared, cerca del piso, se dice que
es donde él ponía la cabeza mientras se arrodillaba para orar; y otra pequeña oquedad
cavada en la pared rocosa, a unos sesenta centímetros del piso, se afirma que es donde él
colocaba la mano para ponerse de pie después de orar.
Otros elementos de interés dentro de la caverna son los símbolos apocalípticos pintados en
colores en el techo que antes era blanco. Entre ellos están los siete ángeles que derraman
de sus copas las siete últimas plagas, la mujer que está sobre la luna con una corona de
doce estrellas y la bestia de Apocalipsis 13, que sale de la tierra. Pero la humedad de la