Página 77 - Comentario bíblico adventista del séptimo día tomo Apocalips

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cueva ha hecho que la pintura se ampolle y descascare, y los cuadros están muy dañados.
En una pared lateral hay siete paneles en los cuales están inscritas las promesas para las
siete iglesias. Fuera de la cueva, sobre la puerta, hay una placa con una cita de Gén. 28:17:
"¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo". Estas
palabras fueron originalmente pronunciadas por Jacob después de su sueño de la escalera
que iba desde la tierra al cielo. Los monjes sostienen 88 que el lugar donde se cree que
Juan tuvo su visión de las cosas registradas en el Apocalipsis, fue también para él como la
"puerta del cielo". El panorama desde la cueva y la capilla es muy pintoresco. Se aprecian
los cerros, los cultivos, las casitas blancas y el mar azul.
II. Juan en el exilio.
Juan en Patmos.-
Se han presentado varias opiniones en cuanto al destierro de Juan a Patmos. Algunos
afirman que no ocurrió tal cosa. Otros, que no están seguros de que Juan fue
desterrado
a
Patmos, admiten, sin embargo, que estuvo allí por un tiempo y que escribió el Apocalipsis. C.
M. Yonge cita un "Antiguo himno latino" titulado "El exilio de Patmos", que repite la firme
creencia tradicional:
"Por la enfurecida ciudad de Roma,
desde la sala del tribunal de César,
arrastran al discípulo amado de Cristo,
al santo de cabello plateado.
"A desiertas islas desterrado,
con Dios el exiliado vive,
y ve la futura gloria que narra en su místico escrito".
(
The Pupils of Saint John the Divine,
p. 71.)
Victorino afirma en su comentario latino (c. 300 d. C.) que Juan estuvo en la isla de Patmos,
"condenado a trabajar en las minas por el césar Domiciano" (
Commentary on the Apocalypse,
sobre, cap. 10: 11). Ramsay creía que Juan fue enviado como exiliado a Patmos, pero niega
que hubiera minas en la isla (ver W. M. Ramsay,
The Letters to the Seven Churches of Asia,
p. 85). Elena G. de White dice que "Patmos, una isla árida y rocosa del mar Egeo, había sido
escogida por las autoridades romanas para desterrar allí a los criminales; pero para el siervo
de Dios esa lóbrega residencia llegó a ser la puerta del cielo. Allí, alejado de las bulliciosas
actividades de la vida y de sus intensas labores de años anteriores, disfrutó de la compañía
de Dios, de Cristo y de los ángeles del cielo, y de ellos recibió instrucciones para guiar a la
iglesia de todo tiempo futuro" (HAp 456).
El abrumador testimonio de la gran mayoría de las autoridades en historia eclesiástica,
favorece la opinión de que Juan, el hijo de Zebedeo, sin duda alguna estuvo desterrado en
Patmos. El obispo Trench observa que los romanos consideraban como una forma común de
castigo desterrar a los criminales, "o a aquellos considerados como tales, a islas rocosas y
desoladas" (Richard Chenevix Trench,
Commentary on the Epistles to the Seven Churches in
Asia
[1861], p. 18).