Página 79 - Comentario bíblico adventista del séptimo día tomo Apocalips

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Se dice que para los romanos había dos clases de exilios: (1)
deportatio,
exilio para toda la
vida en algún lugar aislado, junto con la pérdida de las propiedades y de otros derechos; (2)
relegatio
, exilio por un período limitado o por toda la vida sin la pérdida de las posesiones o
de los derechos. Después de mencionar este hecho, Stuart pregunta: "¿Quién puede
demostrarnos que el destierro de Juan no fue de esta última clase? Tal fue el caso de
Ovidio, como se puede ver en su
Tristia
ii. 135 y secciones subsiguientes. Tertuliano dos
veces aplica
relegatur
al destierro de Juan,
Apología
5;
Prescripción contra los herejes
36; y
Jerónimo hace lo mismo" (
Id
., p. 262).
Aunque Ramsay, según vimos, creía que "no había minas en Patmos", lo que pudo haber
sido cierto, sin embargo pensaba que Juan sí fue condenado a un duro trabajo, de una clase
sumamente rigurosa (W.M. Ramsay,
The Teaching of Paul in Terms of the Present Day,
p.
61). Hasta se refiere a la vida de presidiario de Juan en Patmos como a una "muerte en vida"
(
Id
., p. 61).
Algunos han sugerido que Juan trabajó en las canteras de Patmos. Aunque es posible que
tales canteras hayan existido, no se ven en la isla vestigios de ellas. Es probable que se
exigía de los presos alguna forma de trabajo forzado.
Edwin R. McGregor relata algo de las penalidades que probablemente sufrió Juan:
" ... [Patmos] siempre estuvo prácticamente aislada del resto del mundo... En el Imperio
Romano no podría haberse encontrado una prisión más cruel para un hombre de noventa y
cinco años, de instintos 90 sociales plenamente desarrollados, de conducta refinada, de
inteligencia cultivada y de elevadas aspiraciones religiosas. Según lo estimaba el tirano
Domiciano, su vida [de Juan] sería de corta pero dolorosa duración, expuesta a las duras
privaciones y a las penalidades de tal exilio" (
Patmos the History of the Kingdom of Heaven
the True Church of Christ,
p. 263).
Por las afirmaciones presentadas y por muchas más de naturaleza similar que podrían
citarse, parece inferirse que Juan estuvo completamente aislado durante su exilio y no podía
saber mucho de lo que estaba sucediendo en el mundo exterior, ni siquiera en las iglesias
que tanto amaba. Sin embargo, Dios utilizó este episodio para que fuera una bendición, así
como lo hizo con José en la prisión de Egipto. Elena G. de White afirma: "Aun en Patmos se
hizo de amigos y conversos" (HAp 458). Todo lo que los impíos y los demonios hicieron
juntos para impedir el testimonio de Juan, no pudo evitar que él fuera oído por pecadores que
necesitaban del Salvador. Ver ilustración frente a p. 737.
Residencia de Juan después de que salió de Patmos.-
Es razonable aceptar la antigua tradición que afirma que Juan regresó a Efeso, en el Asia
Menor, después de que fue liberado de Patmos. Allí realizó un importante ministerio entre las
iglesias del Asia Menor mucho después de que murieron todos los otros apóstoles.
En una homilía titulada "¿Cuál es el rico que se salva?", Clemente Alejandrino dice:
"Escuchad un cuento, que no es un cuento sino una narración en cuanto al apóstol Juan,
transmitida y confiada al cuidado de la memoria. Porque cuando regresó a Efeso al salir de
la isla de Patmos después de la muerte del tirano [Domiciano], se marchó, siendo invitado, a
los territorios contiguos de las naciones; aquí para nombrar obispos; allí para poner en orden
iglesias enteras; más allá para ordenar a quienes eran señalados por el Espíritu" (xlii). El
liberto Estéfano asesinó a Domiciano el 18 de septiembre de 96 d. C. Se afirma que cuando
Nerva llegó a ser emperador dio libertad a los cristianos que habían sido encarcelados por
motivos religiosos, y liberó a Juan y le permitió que residiera en Efeso. Para entonces Juan
era muy viejo. 91