Después de que los apóstoles y otros misioneros establecieron un firme fundamento en el
siglo I d. C., el Asia Menor se convirtió en un baluarte del cristianismo durante muchos siglos.
Algunos famosos padres de la iglesia fueron oriundos del Asia Menor, y allí se celebraron
varios importantes concilios eclesiásticos. Sin embargo, el cristianismo oriental gradualmente
perdió su vigor espiritual, con el resultado de que no pudo resistir los decididos ataques de
diversos invasores no cristianos, quienes de tanto en tanto penetraron en el Asia Menor
durante la Edad Media y finalmente se apoderaron de toda esa región en forma permanente.
Los últimos de ellos fueron los turcos, que no sólo ocuparon el territorio sino que, como
musulmanes, erradicaron en forma tan completa el cristianismo que, aunque se pueden
encontrar ruinas de iglesias cristianas en la mayoría de las ciudades, sólo hay unos pocos
santuarios cristianos que aún están en uso hoy día.
Las ciudades de las siete iglesias de Apocalipsis 2 y 3 están relativamente cerca una de la
otra. Si se las visita en el orden en que aparecen los mensajes, la distancia nunca supera
100 km entre una y otra. Se puede perfectamente seguir hoy esta ruta. La distancia entre
Pérgamo, la iglesia más al norte, y Laodicea, la que está más al sur, es de algo más de 200
km en línea recta. Ver el mapa frente a la p. 33 del t. VI. Desde los tiempos más antiguos han
existido caminos transitables para comunicar las siete ciudades, y durante el período persa
se construyeron excelentes rutas, según lo atestiguan autores clásicos. Los romanos, que
eran conocidos durante toda la antigüedad como grandes constructores de caminos, también
mejoraron y extendieron el sistema de rutas que ya existía. Por lo tanto, eran
comparativamente buenas las condiciones para viajar entre las siete iglesias durante el
período apostólico. Pero después de la caída del Imperio Romano los caminos fueron
descuidados. Los viajeros se han quejado durante siglos por las malas condiciones de las
carreteras del Asia Menor, lo que hacía que los viajes fueran sumamente difíciles y
cansadores. Hoy en día las rutas y las comodidades de viaje son excelentes.
El Asia Menor occidental es una región favorecida por la naturaleza. Su proximidad al mar
Mediterráneo le proporciona un clima relativamente suave. Las ciudades costeras como
Efeso, Esmirna y Pérgamo, disfrutan de un clima agradable todo el año. Las ciudades de
tierra adentro como Laodicea y Filadelfia, aunque participan en cierta medida del clima
continental de la altiplanicie de la Turquía central, con algo de nieve en el invierno, sin
embargo están suficientemente próximas al Mediterráneo para beneficiarse con sus vientos
templados durante la mayor parte del año. La región es montañosa y en algunas partes muy
escabrosa. Abunda la agricultura. Se producen frutas propias de los climas frescos, como
damascos, 93 manzanas y fresas, y también aceitunas y dátiles, productos típicos de la zona
del Mediterráneo.
Esta región es regada por una cantidad de ríos de un caudal regular, algunos de los cuales
se han hecho famosos en la historia antigua; uno de ellos es el río Meandro, que sigue un
curso tan sinuoso al correr hacia el mar, que su nombre se ha inmortalizado en la palabra
"meandro", la cual se aplica a las curvas o sinuosidades de los ríos, como las del jordán, en
Palestina.
II. Efeso.
La iglesia cristiana de Efeso fue la primera a la cual Juan dirigió una carta desde su destierro
en la isla de Patmos; pero la ciudad era también muy importante por otras circunstancias.
Efeso compartía con Antioquía de Siria y Alejandría, en Egipto, el honor de ser una de las
ciudades más grandes e importantes del mundo oriental en el Imperio Romano. Pero su
mayor honor era que tenía el Artemision, uno de los templos más grandes y más famosos de
la antigüedad, dedicado a la diosa Artemisa, que los romanos llamaban Diana.