Página 83 - Comentario bíblico adventista del séptimo día tomo Apocalips

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numerosos festines relacionados con el culto de Diana. Estas eran ocasiones en las que se
comía y bebía con desenfreno y se practicaba la más crasa inmoralidad. La más
espectacular de esas festividades duraba varios días durante el mes de artemisio
(marzo-abril), que era dedicado a Artemisa. Durante ese mes llegaban muchos visitantes a la
ciudad, y probablemente fue en esta ocasión cuando se produjo el tumulto contra Pablo (ver
Hech. 19). El templo también era conocido como un lugar que concedía el derecho de asilo a
los fugitivos políticos, privilegio sumamente estimado en la antigüedad. Además, uno de los
bancos más ricos y más hábilmente administrado de la época pertenecía a los sacerdotes de
este templo. El resultado era que grandes sumas de dinero se depositaban en sus bóvedas.
Por lo tanto, es fácil entender que cualquier esfuerzo por socavar la autoridad y la fama de
esta institución encontraría una oposición muy decidida de los habitantes de Efeso y de todos
los interesados en perpetuar su sistema. En antiguas inscripciones y también según las
palabras del "escribano" ("magistrado", BJ) de Efeso, la ciudad era llamada
ne
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kóros
"guardiana del templo" (Hech. 19: 35) o "custodio" de la gran Artemisa, título del cual los
efesios estaban muy orgullosos. Por eso se produjo un gran tumulto cuando debido a la
predicación de Pablo disminuyeron los ingresos de los que se ganaban la vida haciendo
templecillos y estatuillas de Artemisa (Diana).
Aunque Pablo, que había pasado casi tres años trabajando en Efeso, salió de allí poco
después del tumulto, la semilla que había sembrado produjo una abundante cosecha, y dos
siglos más tarde toda la zona había recibido el cristianismo (ver mapa frente a p. 33); por lo
tanto, el templo de Diana perdió su significado, y cuando fue incendiado por los godos en 262
d. C., se había reducido tanto su influencia que no fue reedificado. Sus columnas de mármol
fueron derribadas y se usaron en la edificación de iglesias cristianas, algunas de ellas tan
distantes como Constantinopla. Lo que quedó de esa gran maravilla del mundo fue usado
por la población local como 95 material de construcción. Sus grandes bloques de mármol
fueron recortados y usados en la construcción de casas, o quemados y convertidos en cal.
Finalmente todo el lugar quedó cubierto con escombros, y se olvidó por completo su
ubicación hasta que Wood la volvió a descubrir en los tiempos modernos.
A corta distancia al sur del lugar del Artemision comienza el lugar de las ruinas de la ciudad,
la más grande del Asia Menor en los días del apóstol Pablo. Basándose en los datos
disponibles se ha estimado que Efeso tenía en el siglo II a. C. una población de 225.000
habitantes. La ciudad creció mucho durante el período romano.
La antigua Efeso, situada en la margen izquierda del río Caistro y en una pequeña bahía que
formaba un puerto natural, era un importante centro comercial. No debía su importancia al
Caistro, que no era el más largo ni el más importante río del Asia Menor occidental, sino a su
ventajosa posición geográfica entre dos importantísimos ríos que regaban una rica región
agrícola: el Meandro al sur y el Hermos al norte. Por eso muchas prósperas empresas de
negocios estaban radicadas en Efeso, y su activa vida económica hacía de la ciudad una de
las más ricas de la antigüedad.
Partiendo del Artemision, los visitantes entraban antiguamente en la ciudad por la puerta de
Koresso, de la que sólo quedan algunos restos. Cerca están las ruinas del estadio y las del
gimnasio de Vedio; en las ciudades griegas grandes había varios gimnasios en donde los
jóvenes practicaban para los juegos atléticos.
Al continuar por el camino moderno que pasa por la ciudad antigua, pronto se llega al gran
teatro, muy bien conservado, quizá el más grande del Asia Menor. Era un edificio
monumental cuyas 66 hileras de asientos estaban construidas en la ladera occidental del
monte Pion. Tenía capacidad para 24.500 espectadores sentados. El lugar de la orquesta
tenía un diámetro de unos 35 m y el semicírculo de las gradas cerca de 200 m de diámetro.
El escenario se ha derrumbado; pero las columnas que lo sostenían todavía están en pie así