como partes de su tallada pared posterior, que en la antigüedad tenía tres pisos de altura.
Este gran anfiteatro, donde se celebraban reuniones políticas, fue el escenario del tumulto
contra el apóstol Pablo, vívidamente descrito en Hech. 19: 23-41. Cada vez que tenía que
tomarse una decisión importante, la gente iba al teatro para oír el debate y dar a conocer sus
pareceres ante las autoridades. Ver t. VI, ilustración frente a p. 353.
La construcción de los asientos de un teatro en la ladera de alguna colina o montaña,
simplificaba la construcción y también mejoraba muchísimo la acústica. Desde la hilera más
alta de los asientos del teatro se tiene una excelente y rápida visión de las ruinas de la
ciudad antigua y sus alrededores. Al norte se halla el curso sinuoso del río Caistro. Un poco
más cerca, parcialmente ocultas por árboles y arbustos, están las macizas ruinas de la iglesia
de Santa María, en la cual se celebraron dos famosos concilios eclesiásticos: el del año 431
d. C., que oficialmente declaró a María como la madre de Dios, y el llamado "Latrocinio de
Efeso" del año 449 d. C.
Al pie del teatro comienza la Arcadiana, calle de 11 m de ancho, la principal vía de unión
entre el centro de la ciudad y el antiguo puerto al oeste. Su blanco pavimento de mármol
brilla a la luz del sol. Una inscripción indica que esta vía era iluminada de noche con
lámparas colgadas de sus columnas. Al final de la Arcadiana, donde antiguamente estaba el
puerto, hay ahora campos verdes, más fértiles que cualesquiera otros de las proximidades,
pues están formados por tierra de aluvión llevada por el Caistro. La actual costa del mar
Egeo queda a unos 5 km hacia el oeste. La obstrucción del puerto con los sedimentos, que
los antiguos no pudieron evitar a pesar de sus diligentes esfuerzos, fue una de las razones
de la decadencia de Efeso como importante ciudad mercantil y de su abandono final.
Hacia el oeste, detrás del antiguo puerto, se levanta la colina de Astiages, en cuya 96 falda
hay una estructura que la tradición indica como la prisión de Pablo; sin embargo, no hay
pruebas suficientes para creer que el apóstol estuvo alguna vez encarcelado en Efeso. Hacia
el sur está el monte Koressos, donde se hallan las ruinas del muro helenístico, de unos 11 km
de largo, que era el límite sur de la ciudad.
En el valle entre el monte Koressos y el monte Pion están las ruinas de los edificios públicos
de la ciudad antigua. Entre ellas están la gran ágora o "plaza del mercado", el Serapeum
(Serapeo), templo dedicado al dios egipcio Serapis, la biblioteca de Celso, extensos baños
romanos, acueductos que traían agua a la ciudad desde las montañas, el odeón, "un
pequeño salón de conciertos" y otras ruinas. La calle principal, llamada hoy Curetes, iba
desde el centro comercial al centro cívico. Sus columnas y monumentos muestran
claramente la cultura de los tiempos de Juan.
El ágora o mercado era el centro de la vida social y económica de toda la ciudad antigua, y
las dimensiones del ágora de Efeso, de la cual se han excavado sólo partes, muestran cuán
importante debe haber sido la ciudad. Por todos lados estaba circuida por aceras con
columnas, detrás de las cuales estaban los negocios. Se han excavado una cantidad de
esas construcciones y algunas hasta se han reconstruido, de modo que el visitante moderno
puede tener una idea de su aspecto interior. ¡Pero qué contraste entre el pasado y el
presente! Ese lugar fue una vez el activo centro de una populosa ciudad en la cual el
visitante veía bellos edificios y hermosas estatuas y también una vida metropolitana activa.
Ahora se ven columnas rotas, trozos de paredes y montones de tierra y de escombros que
todavía no se han excavado. La vida activa y bulliciosa que una vez llenó este centro de una
de las más grandes ciudades del Medio Oriente, ha desaparecido. En el ágora se ha
reconstruido un gran arco de piedra erigido por dos libertos de Agripa en honor del
emperador Augusto. La inscripción o dedicación llama a Augusto
pontifex maximus,
o sea
sumo sacerdote del imperio, título que más tarde se atribuyeron los obispos de Roma.
Al sur del ágora están las ruinas de la famosa biblioteca de Celso, que llegó a rivalizar en