Página 90 - Comentario bíblico adventista del séptimo día tomo Apocalips

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competir con éxito con otros centros de preparación de tinturas. Lidia, uno de los primeros
conversos de Pablo en Filipos, es llamada "vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira"
(Hech. 16: 14). Es indudable que esta ciudad de Anatolia tenía representantes comerciales
102 en países extranjeros como Macedonia, donde estaba Filipos.
En la antigua Tiatira había un templo dedicado a una deidad llamada Sambate, donde una
profetisa daba sus oráculos. Algunos comentadores de la Biblia han pensado que las
palabras de Juan, "toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a
mis siervos" (Apoc. 2: 20), se refieren a esa profetisa que daba los oráculos en el templo de
Sambate. Sin embargo, es dudosa la exactitud de esta interpretación; tampoco es seguro si
W. M. Ramsay tiene razón cuando ve referencias en esta cuarta carta del Apocalipsis (cap. 2:
18-29) a los claudicantes cristianos, miembros de ciertos gremios. El piensa que muchos
miembros de iglesia vivían todavía bajo la disciplina de sus respectivos gremios, a los que
habían pertenecido antes de hacerse cristianos, y que continuaban tomando parte de algunas
prácticas inmorales y dudosas durante las festividades y en otras reuniones.
Que la iglesia de Tiatira perdió su pureza y experimentó dificultades en los primeros siglos de
la era cristiana, parece evidente por una observación de Epifanio, padre de la iglesia, quien
afirma que a comienzos del siglo III toda la ciudad y sus alrededores habían abrazado la
herejía montanista. Fuera de esto no es mucho lo que se sabe de la historia de la iglesia
cristiana de esta ciudad, cuya condición espiritual se convirtió en un símbolo de la iglesia
apóstata de toda la Edad Media.
VI. Sardis.
Sardis, la capital del reino de Lidia, estaba a unos 80 km al noreste de Esmirna y a unos 5 km
al sur del río Hermos. Su acrópolis estaba construida sobre una estribación de las laderas
del norte del monte Tmolo, en torno al cual el río Pactolo, tributario del Hermos, formaba un
foso natural en dos lados. La ciudad más antigua había estado enteramente dentro de los
fuertes muros protectores de la acrópolis; pero más tarde se extendió a la llanura que está al
pie del cerro.
La ciudad aparece en la historia en el siglo VII como la capital del reino de Lidia. Aquí y en
ese tiempo se inventaron las monedas y se usaron como dinero por primera vez en la
historia. Los antiguos lidios merecen, pues, el honor de haber hecho un invento de
importancia mundial y duradera.
En cuanto a la historia del reino lidio y la forma como Ciro el Grande conquistó a Sardis, ver t.
III, pp. 52-56. Después de que Ciro conquistó a Sardis, la orgullosa y rica capital de un reino
se convirtió en la sede de una satrapía, y en el palacio donde una vez habían residido los
reyes fabulosamente ricos de Lidia se establecieron los sátrapas persas. Alrededor del año
500 a. C. Sardis sufrió su primera tragedia importante, cuando los jonios se sublevaron contra
el gobierno persa y quemaron la ciudad baja. Darío el Grande se enfureció y quiso vengar
ese crimen. Ordenó a sus servidores que cada mañana le recordaran el incendio de Sardis.
Las guerras persas contra Grecia fueron el resultado de la ira de Darío, y Artafernes,
hermano de Darío, partió de Sardis en la primera campaña persa contra Grecia en 490 a. C.
Sardis fue también la sede de Ciro el Joven, quien como sátrapa libró la famosa batalla de
Cunaxa en 401 a. C. contra su hermano Artajerjes II, después de la cual Jenofonte y sus
10.000 griegos ganaron fama inmortal.
La ciudad con frecuencia cambió de dueño después del período persa. Alejandro Magno la
tomó en 334 a. C., y Antígono, uno de sus generales, la tomó otra vez 12 años más tarde. A
partir de 301 a. C. Sardis estuvo en manos de los seléucidas durante un período de más de
100 años. Durante este lapso fue tomada la acrópolis en la misma forma como lo había sido