en el tiempo del rey Ciro. En el año 218 a. C., mientras la asediaba Antíoco el Grande, un
soldado cretense 103 escaló el muro y abrió la ciudad a las fuerzas sitiadoras.
En el año 190 a. C. la ciudad llegó a ser parte del reino de Pérgamo. Cuando ese reino pasó
a manos de los romanos, Sardis compartió su suerte y perdió importancia en comparación
con ciudades como Efeso y Esmirna. En el año 17 d. C. Sardis sufrió un fuerte terremoto. El
emperador Tiberio ayudó en su reconstrucción exceptuándola de impuestos durante cinco
años y proporcionándole otras ayudas.
La Sardis del tiempo de Juan estaba en proceso de reconstrucción. Su gloria parecía ya
haberse esfumado cuando Juan le recordó a la comunidad cristiana en ella que la ciudad
había tenido el nombre o la reputación de que estaba viva, pero que en realidad estaba
muerta (Apoc. 3: 1). Sardis volvió a prosperar, llegando a la cúspide de su crecimiento por el
año 200 d. C. Se calcula que por ese tiempo tenía más de 100.000 habitantes. Con el
desmembramiento de la provincia romana de Asia en el año 295 d. C., Sardis volvió a ser
capital de Lidia. A través de los siglos siguientes fue dominada por bizantinos, árabes y
turcos. En 1402, Sardis fue destruida por Tamerlán, el feroz líder de los mongoles. En 1595
sufrió un devastador terremoto. Desde entonces la ciudad que una vez había sido una de las
grandes e imponentes metrópolis del mundo quedó reducida a casi nada.
Quien visita hoy la antigua ciudad de Sardis encuentra una pequeña población de
agricultores y comerciantes, llamada
Sart
, corrupción del antiguo nombre de Sardis. En una
estribación del monte Tmolo se ven los restos de los muros de las fortificaciones de la
antigua, acrópolis, destrozados por efectos de guerras, terremotos y el correr del tiempo. En
la ladera del monte y en la llanura se aprecian restos de diferentes edificios, de los cuales
tres son dignos de descripción:
El gran
templo de Cibeles
, la antigua diosa madre del Asia Menor, a veces comparada con
Artemisa o Diana, y cuyo culto era similar al de Diana, constituye una ruina monumental.
Este templo estaba cubierto de escombros cuando una expedición norteamericana de la
Universidad de Princeton, dirigida por H. C. Butler, comenzó sus excavaciones (1910-1914,
1922). De las muchas columnas del templo mencionado sólo sobresalían de la tierra los
capiteles de dos de ellas, lo cual señaló a los exploradores el sitio del antiguo templo.
Después de que removieron una capa de tierra y escombros de unos 15 m quedó al
descubierto todo el templo, y se pudo ver que las partes bajas de su construcción estaban
bastante bien conservadas, por lo que podemos tener una idea exacta de la planta del
edificio y de los detalles arquitectónicos de este gran templo que medía unos 100 m por 50 m.
Las columnas eran más o menos del mismo tamaño que las del Artemision de Efeso, y dos de
ellas todavía están en pie con sus capiteles, conservando su altura original de algo más de
20 m. Muchas de las otras se conservan hasta una altura de unos 10 m. Las columnas, con
un diámetro de cerca de 2 m, descansan sobre bases en las que hay dibujos de hojas
exquisitamente talladas, cada una de las cuales es diferente a las otras.
A la sombra de este templo están las ruinas de una pequeña iglesia de ladrillo del período
después de Constantino.
De 1958 a 1971 las universidades de Harvard y Cornell excavaron en Sardis bajo la dirección
de G. M. A. Hanfmann. Se desenterraron muchos edificios, obras de arte, artefactos e
inscripciones que arrojan luz en cuanto a la vida de la ciudad desde los tiempos prelidios
hasta los islámicos. Dos de estos edificios interesan especialmente al estudioso de la Biblia.
El
gimnasio
es de un período posterior al del Nuevo Testamento, pero revela con cuánta
dedicación los antiguos fomentaban los deportes y la cultura. La fachada y algunos
pabellones han sido reconstruidos. Tienen unos 18 m de alto. Dentro del gimnasio se puede
ver claramente una pila para natación. El conjunto es imponente. 104