¿Entiende lo que lee?
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bíblicos al lenguaje actual de los lectores. Dicho proceso tiene el mérito de facilitar
en gran medida la lectura, tal como puede comprobarse al leer la versión
Dios
Habla Hoy,
la
Biblia del Peregrino
e incluso la
Nueva Versión Internacional.
No obstante, l
a debilidad más notable de estas traducciones, debido a ser
una traducción menos literal, es que puede oscurecer el estudio y la forma en la
cual un autor bíblico usa un mismo término. Ya que una misma palabra puede
aparecer traducida de manera distinta, dependiendo de los pasajes donde esta se
encuentre y del criterio aplicado en este tipo de versiones, el uso de una traducción
dinámica en el trabajo exegético frecuentemente implicará el uso de una
concordancia, a fin de verificar con exactitud si los términos bajo estudio se utilizan
o no en un pasaje determinado.
¿Y las traducciones formales?
Este tipo de traducciones se basa en la idea de transmitir el texto original
“palabra por palabra”. Estas traducciones son, por lo tanto, mucho más directas y
están bajo un mejor control, ya que proporcionan un sentido mucho más literal y
exacto del texto bíblico. Por consiguiente, s
i deseamos realizar una exégesis que en
verdad refleje el idioma original, pero no tenemos acceso al texto hebreo o griego,
algunas de estas versiones serán la mejor opción: la
Biblia de Jerusalén,
alguna de
las revisiones más recientes de la
Reina Valera,
así como la (no tan conocida en
nuestro medio)
Biblia Nácar-Colunga
.
Respecto a esta última versión, vale la pena aclarar que, sin menospreciar en
ningún momento el esfuerzo realizado por quienes la elaboraron, debemos tener en
cuenta que dicha traducción tiende a presentar un entendimiento particular del texto
bíblico, precisamente a causa del trasfondo católico de sus traductores. Punto que
nos lleva a concluir que, desde esta perspectiva, las traducciones preparadas por
un comité son mucho más recomendables, debido a que estas no son fruto del
trabajo y pensamiento de un solo individuo, sino de todo un proceso de revisión,
cotejamiento y recomendaciones de un grupo (comité) de especialistas. Y este es
evidentemente el caso de las versiones que producen las
Sociedades Bíblicas
Unidas.