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¿Entiende lo que lee?
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teológico de las Escrituras, sino que también nos llevaría a dudar de la confiabilidad
de ellas, así como de Aquel que las inspiró.
Por consiguiente, la historicidad de los hechos registrados en estos libros, así
como su interpretación, han de ser vistos como una unidad inseparable, ya que la
intención del escritor bíblico siempre fue vincular dichos eventos con la historia de la
salvación. En efecto, la trascendencia de esta sección de la Biblia no radica entonces
solo en su inspiración, sino en el hecho de resaltar a Dios como alguien cuyo mayor
interés y preocupación no está en los eventos ni en los objetos, sino en los sujetos,
en los miembros de su pueblo.
He aquí, entonces, algunos de los lineamientos más importantes para
interpretar este tipo de literatura:
1. Puesto que las narraciones bíblicas consisten en la descripción de una
serie de eventos y personajes involucrados en ellos, al estudiarlas debemos
preguntarnos qué es lo que el texto está tratando de decirnos mediante estos dos
elementos. ¿Existen indicios en el mismo relato que delaten el mensaje que su
escritor realmente deseaba transmitirnos?
En este punto será indispensable prestar atención, entonces, al escenario en
donde se desarrolla el relato y el punto de vista que, a menudo, el mismo narrador
expresa en torno a las acciones de los protagonistas que describe. Por cuanto no es
un detalle irrelevante saber de dónde eran los jóvenes que se burlaron de Eliseo (2
Rey. 2:23), o notar en dónde estaba Sansón cuando los filisteos finalmente lo
capturaron (Jue. 16:19), tampoco pueden ser pasadas por alto afirmaciones como:
“Éstas, pues, son las naciones que dejó Jehová para probar con ellas a Israel…”
(Jue. 3:1). O bien, esta otra: “Samuel crecía, y Jehovah estaba con él y no dejaba sin
cumplir ninguna de sus palabras” (1 Sam. 3:19). Declaraciones que hablan por sí
solas acerca de la intención o énfasis original de estos relatos, pero que a menudo
pasamos por alto al no leer con detenimiento y atención, asumiendo que ya
conocemos de qué tratan dichas historias.
2. Por lo tanto, tal como en el resto de las Sagradas Escrituras, al interpretar
las narraciones bíblicas no solo debemos prestar atención a lo
que
estas dicen, sino