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¿Entiende lo que lee?
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desarrolla, lejos de ser un mero ejercicio literario, sea un paso clave para
comprender y aplicar correctamente el significado del relato bajo estudio.
4. Dado su contexto más amplio, a saber, el del plan de la redención y la
gran controversia entre el bien y el mal, las narraciones bíblicas no son únicamente
un conjunto de relato históricos y verídicos, sino un recuento de cómo Dios ha
obrado
en y a través
de sus hijos, pero también, a veces, a pesar de ellos. Por
eso, al estudiar estos pasajes, es bueno tener en mente que, a menudo, estos
reportan lo que pasó, y no necesariamente lo que Dios quería que pasara.
Aunque no podemos abarcar en este espacio todo lo relacionado a esta
cuestión, basta mencionar que las narraciones bíblicas, debido a su naturaleza
didáctica, generalmente no presentan el registro impecable de sus protagonistas,
sino el informe de algunas de las acciones más importantes de su peregrinaje
espiritual, de sus intentos por aprender a depender de Dios. Por esa razón, no se
espera que imitemos o nos espaciemos en todo lo que David, Sansón o incluso Elías
hicieron, sino que aprendamos, a través de su testimonio, lo que en la práctica es, y
no es, ser guiados por Dios. Motivo por el que nunca debemos olvidar, por lo tanto,
que el único y verdadero «héroe» de las narraciones bíblicas siempre es Dios. Hecho
que indudablemente resaltaríamos a la hora de predicar una historia bíblica si, en
vez de hacer de los personajes bíblicos el punto central de nuestro sermón, nos
concentráramos en contestar la pregunta: ¿qué me enseña esta historia acerca de
Dios? Algo que, lamentablemente, no se hace mucho al predicar los relatos bíblicos.
5. Recuerde asimismo que, pese a que muchas narraciones no mencionan o
formulan específicamente un mandamiento o una doctrina, estos frecuentemente se
hallan implícitos en los relatos bajo estudio. De ahí que las profundas implicaciones
de la idolatría del rey Jeroboam (1 Rey. 12:28-33), o la del rey Acab (2 Rey. 9-10),
solo podrán comprenderse plenamente al percibir la evidente transgresión de los
primeros tres mandamientos plasmada en dichos relatos.
6. Por último, siendo que frecuentemente se les da a las historias bíblicas
aplicaciones que reflejan más un deseo por demostrar algo supuestamente basado
en ellas, pero no la intención de exponer lo que realmente estas enseñan, las