¿Entiende lo que lee?
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Acuérdese de la rima
En la poesía hebrea, la rima no se manifiesta en el sonido de las palabras que
aparecen al final de un verso, sino en el parecido o comparación que pueda haber
entre las ideas de dicho versos. De ahí que el distintivo más sobresaliente de este
tipo de poesía sea, lo que los especialistas llaman, el “paralelismo”.
Existen varias clases de paralelismos (así como diferentes formas de
clasificarlas); sin embargo, las siguientes son las más comunes:
1.
Paralelismo sinónimo:
Se da cuando la segunda línea de un versículo
contiene un pensamiento idéntico o semejante al del anterior, pero con diferente
“ropaje verbal”:
A
“No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades,
A’
ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados” (Sal. 103:10).
Reconocer este recurso literario nos permitirá dar mayor sentido al conocido
versículo:
A
“Los cielos cuentan la gloria de Dios,
A
’ y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Sal. 19:1).
Puesto que la expresión “la obra de sus manos” funciona en este versículo
como sinónimo de “la gloria de Dios”, no necesitamos comprender esta última como
una especie de luz o resplandor brillante, sino como algo tan concreto como la
creación misma.
2.
Paralelismo antitético:
En este caso, la segunda parte expresará un
pensamiento relacionado con el de la primera, pero a manera de contraste:
A
“Es un honor para el hombre evitar la contienda;
B
más todo insensato se enreda en ella” (Prov. 20:3).
Tomar en cuenta esto hará innecesario buscar en otra parte cuál sería el
contraste o concepto contrario al expresado en este tipo de textos. De esta forma, lo
opuesto a “ser justo”, desde la perspectiva divina, no es “ser injusto”, sino algo más
grave:
A
El
justo
no será removido jamás,
B
pero los
impíos
no habitarán la tierra (Prov. 10:30).