¿Entiende lo que lee?
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a afirmar que ciertos eventos registrados en la Biblia en realidad nunca ocurrieron,
o al menos no en la forma en la que “tradicionalmente” se cree.
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Favoreciendo a quienes de por sí miran el mensaje bíblico con escepticismo,
prácticas semejantes, lejos de promover su estudio serio y responsable, más bien
lo desalientan. Hecho que en ocasiones mis alumnos han comprobado por el tipo
de respuestas que les dan algunos miembros de iglesia. Miembros a quienes les
han recomendado consultar un libro especializado con el fin de profundizar sobre
un tema en particular, pero cuya desconfianza por el estudio “académico” de la
Biblia les lleva inevitablemente a rechazar dicha recomendación.
Un motivo más por el que atender el conocido consejo del apóstol Pablo
continúe siendo relevante en nuestros días: “Procura con diligencia presentarte a
Dios aprobado, como
obrero que no tiene de qué avergonzarse, que
maneja
con
precisión la palabra de verdad” (2 Tim. 2:15; LBA).
Aludiendo a la responsabilidad y notorio cuidado que tuvieron quienes
trazaron los caminos de Roma,
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Pablo nos recuerda que “manejar con precisión la
palabra de verdad” demanda de todo intérprete la aplicación de lineamientos
congruentes al gran compromiso de explicar correctamente el mensaje divino.
Compromiso que difícilmente cumpliremos sin una actitud correcta hacia la Biblia,
una actitud que nos lleve a considerarla, en efecto, como una autoridad confiable y
divinamente inspirada:
Dios tendrá en la tierra un pueblo que sostendrá la Biblia y la Biblia sola, como piedra de
toque de todas las doctrinas y base de todas las reformas. Ni las opiniones de los sabios, ni
las deducciones de la ciencia, ni los credos o decisiones de concilios tan numerosos y
tanto el templo de la última visión de Ezequiel como la Nueva Jerusalén de Apocalipsis son
presentados en términos de una nave espacial del tipo OVNI.
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Por ejemplo, no son pocos los que creen que el éxodo ocurrió en una fecha distinta a la
reportada por la Biblia en 1 Reyes 6:1 (Bruce Waltke, “Josué”,
Nuevo comentario bíblico siglo
veintiuno
[El Paso, Texas: Editorial Mundo hispano, 2003], p. 257), o aquellos que dudan que el
cruce del mar rojo en realidad sucedió (John Craghan, “Éxodo”, C
omentario bíblico internacional
[Navarra, España: Editorial Verbo divino 2005], p. 392).
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Aunque también es posible que Pablo tuviera en mente la precisión que un corte de tela
requería, algo de lo que él personalmente sabía (Hech. 18:3), la posibilidad arriba mencionada
cuadra con el hecho de que el apóstol escribió este versículo precisamente en Roma. Para más al
respecto, vea S. M. Baugh, “2 Timothy”,
Zondervan Illustrated Bible Backgrounds Commentary
, ed.
Clinton E. Arnold (Grand Rapids, Michigan: Zondervan, 2002), 3:487.