Página 21 - El atardecer y la noche de la Iglesia

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el concepto popular, los judíos eran unos holgazanes, porque en el día séptimo de cada
semana, el que ellos llaman "sábado" no hacían trabajos de ninguna clase.
Aparte de esto, se rumoraba que los judíos eran caníbales y que una vez al año se
reunían para beber sangre humana. Esta calumnia macabra y absurda nació a raíz de la
costumbre judía de beber vino en conexión con el "Séder" o cena pascual que celebraban para
conmemorar la noche cuando Dios libró a su pueblo de Egipto. El vino era símbolo de la
seguridad y bonanza que disfrutaba Israel en la tierra prometida, cuando podía sentarse cada
uno "debajo de su parra y debajo de su higuera" (1 Rey. 4:25). Pero, de alguna manera, se
formó la convicción de que no bebían vino sino sangre.
La reacción de los cristianos
Esta situación en que el pueblo judío estaba sufriendo persecución, produjo una crisis
también para la iglesia cristiana, pues la mente popular calificaba a los cristianos como una
secta judía. Hay que admitir que sería un poco difícil evitar tal asociación, porque en varias
cosas se parecían: los cristianos bebían vino cuando celebraban la eucaristía o Cena del Señor, y
si algún pagano quisiera hacerlo podía acercarse y oír las palabras: "Ésta es mi sangre que por
muchos es derramada".
Debido a esto, los dirigentes cristianos hicieron lo posible por distanciarse de los judíos.
Una de las medidas que adoptaron para lograr esto fue la producción de una cantidad de
escritos en los cuales condenaban enérgicamente a los judíos.
Un cambio radical
Otra medida fue un repudio del reposo sabático que cobró fuerza primero en las
ciudades de Roma y Alejandría y, de ahí, fue extendiéndose a otros lugares.
Pero el cambio en el día de reposo no se efectuó sin oposición, pues había algunos en
aquellos días que decían: ¿Cómo vamos a dejar de guardar el sábado, si Cristomismo y los
santos apóstoles siempre lo guardaron? Ante la insinuación de que el sábado era un reposo
exclusivamente para los judíos, contestaron que la orden de guardar el sábado se encuentra
entre los diez mandamientos, los cuales deben ser guardados por todos. Se acordaron, además,
de las palabras de Cristo cuando dijo: "No penséis que he venido para abrogar la ley o los
profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir" (Mat. 5:17).
Debido a esta resistencia, los dirigentes tuvieron que recurrir a varias medidas para
conseguir la aceptación de la nueva disposición. Una de ellas fue la de ordenar que el sábado se
tratara como un día de ayuno. Querían que la gente lo viera como un día triste y pesaroso; y,
para quitar la costumbre de utilizar el sábado para adoración, prohibieron arrodillarse en las
horas del sábado. Querían asegurar el rechazo del día en la mente popular.
Pero, a pesar de estas medidas, no fue fácil imponer la nueva disposición. A través de la
época representada por Esmirna, cuando esta apostasía empezó a difundirse, y aun en el