Lo que los judíos no tomaron en cuenta fue que todas las promesas de Dios son condicionales,
aunque son a la vez incondicionales. Son condicionales, en el sentido de que quienes las reciben deben
ser obedientes a las condiciones dadas en el pacto si quieren ver personalmente el cumplimiento de las
promesas. Son incondicionales, en el sentido de que siempre los propósitos de Dios se van a realizar, ya
sea con las personas originales que recibieron lapromesao sin ellas.
Cuando Israel rechazó a su Salvador, despreciando así lamás grande de todas las promesas del
pacto, estaactitud no afectó el propósito de Dios de cumplir sus promesas. Pero en lo sucesivo, éstas
habían de ser cumplidas en lapersonade Cristo y a través de él. En otras palabras, Cristo pasó a ocupar
el lugar de Israel como el "Escogido de Dios" (Mat. 12:17,18; 1 Ped. 2:6). Cristo es, entonces, el amado
del Padre, el Hijo obediente que Israel nunca fue; y como tal, es el beneficiar io y también el ratificador
del pacto.
Todo aquel que llega aunirse en solidaridad corporal con Cristomediante el bautismo, se
convierte de estamaneraen coheredero con él del eterno propósito de paz y salvación señalado en el
pacto (Rom. 8:17; Gál. 3:27-29).
Así que, el mensaje de que Cristo sostiene en sumano la llave de David esmotivo de seguridad y
de profunda alegríapara el creyente.
Reconocerán que te he amado
Yo conozco tus obras; heaquí, he puesto delantede ti una puerta abierta, la cual nad ie puede
cerrar; porqueaunque tienes poca fuerza, has guardadomi palabra, y no has negadomi nombre. He
aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he
aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado
(vers. 8, 9).
Aquí el Salvador aclaraque, teniendo en sumano laevidencia indiscutiblede autoridad, la
autoridad para abrir y cerrar, ha ejercido este derecho colocando ante Filadelfiaunapuertaabierta. Una
puerta cerrada es una barrera; unapuerta abiertaes unaentrada, una oportunidad, una invitación (ver
1 Cor. 16:9; Juan 10:7; Apoc. 3:8).
Esta puerta se mantuvo abiertaante la Filadelfia literal en donde el mensajecristiano
permaneció firme apesar de laoposición que le rodeaba, y aúnmás se cumplió en la iglesia cristiana
durante la sextaépocade su historia, la cual comenzó en el siglo XVIII.
En dicha época, la iglesiaexperimentó un avivamiento de lapiedad primitiva sin paralelos desde
el tiempo de los primeros apóstoles. Este movimiento fue conocido en algunos lugares como el
"avivamiento evangélico" y en otros como el "Gran Despertar". En él se realizaron, en granmedida, las
esperanzas despertadas por laReformados siglos antes.
Conviene recordar algo de las condiciones en las cuales surgió el avivamiento. En el siglo XVII, la
ideade separación entre la iglesia y el estado empezaba amencionarse, pero en lapráctica, cada nación
tenía su iglesia "establecida". Se suponíaque todo el que nacieraen un lugar determinado pertenecía
automáticamente a la iglesiade ese lugar. Para ser un "cristiano", no eranecesario haber tomado nunca
una decisión personal al respecto. Ypara seguir comomiembro de la iglesia, no eranecesario rechazar
el pecado.