Página 16 - Comentario bíblico adventista del séptimo día tomo Apocalips

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mensaje hacer que un hermano se erigiera como juez de su hermano para decirle qué debe
hacer y hasta dónde debe ir, sino para que cada individuo escudriñe su propio corazón y se
ocupe de su propia obra individual (2SG 223).
¡Quiebra!-
Muchos son laodicenses que viven en un estado de autoengaño espiritual. Se visten con las
vestiduras de su propia justicia, imaginándose que son ricos y están enriquecidos y no
necesitan nada, cuando [lo que] necesitan [es] aprender de Jesús diariamente, de su
humildad y mansedumbre; de lo contrario se encontrarán en quiebra y toda su vida habrá
sido una mentira (Carta 66, 1894).
Religión autopomposa.-
El amor al yo excluye el amor a Cristo. Los que viven para el yo son clasificados a la cabeza
de la iglesia laodicense, cuyos miembros son tibios, ni fríos ni calientes. El ardor del primer
amor ha caído en un egotismo egoísta. El amor de Cristo en el corazón se expresa en las
acciones. Si el amor por Cristo es apagado, el amor por aquellos por quienes Cristo ha
muerto se degenerará. Quizá haya una apariencia admirable en favor del celo y las
ceremonias; pero esa es la sustancia de su autopomposa religión. Cristo los presenta como
que le producen náuseas [se cita Apoc. 3:17-18] (MS 61, 1898). 404
(Prov. 30: 12; Abd. 3.) El ensalzamiento propio, un elemento peligroso.-
El ensalzamiento propio es un elemento peligroso. Mancha todo lo que toca. Es el vástago
del orgullo, y procede tan hábilmente que, a menos que se esté en guardia contra él, se
posesionará de los pensamientos y regirá las acciones.
El mensaje laodicense debe ser proclamado con poder, pues se aplica especialmente ahora.
Ahora, más que nunca antes, se ven orgullo, ambición mundana, ensalzamiento propio,
perfidia, hipocresía y engaño. Muchos pronuncian grandes palabras ampulosas de vanidad,
y dicen: "Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad"; sin embargo,
son desventurados, miserables, pobres, ciegos y desnudos (RH 25-9-1900).
(Ecl. 10: 1; Mat. 7: 1-5.) Amor al yo, autoengaño y autojustificación.-
Aquellos a quienes Cristo amonesta, tienen algunas cualidades excelentes; pero son
neutralizadas por todos los que tienen un amor al yo enfermizo, autoengaño y
autojustificación debido a un gran descuido en ayudar a los hermanos en el servicio de Dios
mediante palabras y hechos animadores. Hay una mosca muerta en el perfume. Están
siendo pesados por Aquel que nunca comete un error. El presenta el resultado de las
acciones que demuestran que el amor de Cristo no es un principio permanente en el alma.
Dios os exhorta a que aprendáis la mansedumbre de Cristo. Eliminad vuestra tendencia a ver
los errores de otros. Enfocad vuestra atención en vuestros propios defectos. Vuestra justicia
propia produce náuseas al Señor Jesucristo. [Se cita Apoc. 3: 15-18.] Estas palabras se
aplican a las iglesias y a muchos que están en cargos de responsabilidad en la obra de Dios
(MS 108, 1899).
Novicios espirituales.-
Hay un gran número de llamados cristianos que en realidad no siguen a Jesús. No llevan la
cruz movidos por una debida abnegación y un verdadero sacrificio propio. Aunque hacen
gran alarde de ser cristianos fervientes, entretejen en la trama de sus caracteres tantas
hebras de sus propias imperfecciones, que se echa a perder el bello modelo. De ellos dice
Cristo: "Os jactáis de ser ricos y estar enriquecidos con supuestas victorias espirituales; pero
en realidad no sois ni fríos ni calientes, sino que estáis llenos de una vana fatuidad. A menos
que os convirtáis, no podréis ser salvos, pues estropearíais el cielo con vuestra profana