Página 18 - Comentario bíblico adventista del séptimo día tomo Apocalips

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15-20 (Juan 4: 13-14).
Una fuente de agua viva.-
La condición de muchos de aquellos que pretenden ser los hijos de Dios, es exactamente
presentada por el mensaje a la iglesia laodicense. Delante de los que sirven a Dios se
exponen verdades de valor inestimable. Si esas verdades son llevadas a la vida práctica,
demuestran la diferencia que hay entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.
La tierra no está más entrecruzada con vetas de oro que el campo de la revelación con vetas
de verdad preciosa. La Biblia es el depósito de las inescrutables riquezas de Dios. Pero los
que tienen un conocimiento de la verdad no la comprenden tan plenamente como podrían.
No hacen que el amor de Cristo penetre en el corazón y la vida.
El estudiante de la Palabra se encuentra inclinado sobre una fuente de agua viva. La iglesia
necesita beber profundamente de la espiritualidad de la Palabra. Su servicio a Dios necesita
ser muy diferente de la experiencia religiosa insípida, sin vida, apática que hace que muchos
creyentes sean muy poco diferentes de los que no creen, muy similares en espíritu a los
inconversos (MS 117, 1902).
15-21.
El mensaje a Laodicea debe ir al mundo.-
Ha estado resonando el mensaje a Laodicea. Tomad este mensaje en todas sus fases y
propagadlo a la gente doquiera la Providencia abra el camino. La justificación por la fe y la
justicia de Cristo son los temas que deben presentarse a un mundo que perece (Carta 24,
1892).
15-22 (Col. 4: 12-13).
Trabajo perdido en la iglesia de Laodicea.-
[Se cita Apoc. 3: 15-22.] Este es el testimonio dado acerca de la iglesia de Laodicea. Esta
iglesia había sido fielmente instruida. En su carta a los colosenses, Pablo escribió: "Os
saluda Epafras, el cual es uno de vosotros, siervo de Cristo, siempre rogando
encarecidamente por vosotros en sus oraciones, para que estéis firmes, perfectos y
completos en todo lo que Dios quiere. Porque de él doy testimonio de que tiene gran
solicitud por vosotros, y por los que están en Laodicea, y los que están en Hierápolis".
La obra hecha en la iglesia de Laodicea fue amplia y excelente. A sus miembros se les dio la
exhortación: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es
perfecto". Pero la iglesia no continuó en la obra que comenzaron los mensajeros de Dios.
Los laodicenses escuchaban; pero se apropiaron de la verdad y no llevaron a cabo la
instrucción que se les dio. El resultado que siguió es el que con seguridad siempre ocurre
cuando se rechazan las advertencias y los ruegos del Señor (MS 128, 1903).
17 (Rom. 11: 20; 12: 3, 16).
Agotando la paciencia de Dios.-
Cristo ve lo que el hombre no ve. Ve los pecados en los que debe haber arrepentimiento,
pues de lo contrario agotarán la paciencia de un Dios magnánimo. Cristo no puede admitir los
nombres de aquellos que están satisfechos con su suficiencia propia. No puede suplicar en
favor de gente que no siente necesidad de su ayuda, pues piensan que saben y poseen todo
(RH 23-7-1889).