Página 28 - Comentario bíblico adventista del séptimo día tomo Apocalips

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CAPÍTULO 8
3-4 (Isa. 1: 18; Heb. 9: 13-14; ver EGW com. Rom. 8: 26, 34; Heb. 7: 25).
Oraciones fragantes por los méritos de Cristo.-
Así como el sumo sacerdote asperjaba la sangre tibia sobre el propiciatorio mientras
ascendía 412 delante de Dios la nube fragante de incienso, así también, mientras nosotros
confesamos nuestros pecados e imploramos la eficacia de la sangre expiatorio de Cristo,
deben ascender al cielo nuestras oraciones fragantes por los méritos del carácter de nuestro
Salvador. A pesar de nuestra indignidad debemos recordar que hay Uno que puede quitar el
pecado y que está dispuesto a salvar al pecador y con anhelo de hacerlo. Pagó el castigo de
todos los pecadores con su propia sangre. Dios quitará todo pecado que sea confesado
delante de él con corazón contrito [se cita Isa. 1: 18; Heb. 9: 13-14] (RH 29-9-1896).
(Cap. 5: 8; Sal. 141: 2; Juan 1: 29; Efe. 5: 2.) El incienso representa la sangre de la
expiación.-
[Se cita Apoc. 8: 3-4.] Tengan en cuenta las familias, los cristianos individualmente y las
iglesias, que están estrechamente aliados con el cielo. El Señor tiene un interés especial en
su iglesia militante aquí en la tierra. Los ángeles que ofrecen el humo del incienso fragante,
lo hacen por los santos que oran; por lo tanto, elévense constantemente al cielo en cada
familia las oraciones vespertinas en la fresca hora del sol poniente, hablando ante Dios por
nosotros de los méritos de la sangre de un Salvador crucificado y resucitado.
Sólo esa sangre es eficaz; sólo ella puede hacer propiciación por nuestros pecados. La
sangre del unigénito Hijo de Dios es la que tiene valor para nosotros a fin de que podamos
acercarnos a Dios; sólo su sangre "quita el pecado del mundo". El universo celestial
contempla de mañana y de tarde a cada familia que ora, y el ángel con el incienso, que
representa la sangre de la expiación, halla acceso delante de Dios (MS 15, 1897).
CAPÍTULO 10
1-11 (cap. 14: 6-12; Dan. 12: 4-13).
Una persona que es nada menos que Cristo.-
El ángel poderoso que instruyó a Juan era nada menos que Cristo. Cuando coloca su pie
derecho en el mar y su pie izquierdo sobre la tierra seca, muestra la parte que desempeña en
las escenas finales del gran conflicto con Satanás. Esta posición denota su supremo poder y
autoridad sobre toda la tierra. El conflicto se ha intensificado y agudizado de una época a
otra, y seguirá intensificándose hasta las escenas finales, cuando la obra magistral de los
poderes de las tinieblas llegará al máximo. Satanás junto con los hombres impíos, engañará
a todo el mundo y a las iglesias que no reciban el amor de la verdad. Pero el ángel poderoso
exige atención. Clama en alta voz. Debe mostrar el poder y la autoridad de su voz a aquellos
que se han unido con Satanás para oponerse a la verdad.
Después de que los siete truenos emitieron sus voces, se le ordena a Juan, como a Daniel,
con respecto al librito: "Sella las cosas que los siete truenos han dicho". Estas cosas se
refieren a sucesos futuros que serán revelados a su debido tiempo. Daniel recibirá su
heredad al fin de los días. Juan ve el librito al cual le han quitado los sellos. De esto se
deduce que las profecías de Daniel tienen su aplicación en la proclamación al mundo de los
mensajes del primero, del segundo y del tercer ángel. La apertura del librito era el mensaje
en relación con el tiempo.