Página 30 - Comentario bíblico adventista del séptimo día tomo Apocalips

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recordemos que hay Uno que está observando el espíritu con que la estamos haciendo. ¿No
haremos que el Señor nos acompañe en nuestra vida cotidiana, en nuestra obra secular y en
nuestros deberes domésticos? Entonces debemos abandonar en el nombre de Dios todo lo
que no es necesario, todas las murmuraciones [y] visitas inútiles, y presentarnos como
siervos del Dios viviente (MS 4, 1888).
19 (ver EGW com. Exo. 31: 18; Isa. 6: 1-7; 58: 12-14).
Tablas de piedra, un testimonio convincente.-
Cuando se abra el templo de Dios en el cielo, ¡qué ocasión de triunfo será para los fieles y
leales! En el templo se verá el arca del pacto en la cual fueron puestas las dos tablas de
piedra sobre las cuales está escrita la ley de Dios. Esas tablas de piedra serán sacadas de
su escondedero, y en ellas se verán los Diez Mandamientos esculpidos por el dedo de Dios.
Esas tablas de piedra que ahora están en el arca del pacto serán un testimonio convincente
de la verdad y de la vigencia de la ley de Dios (Carta 47, 1902).
El arca que está en el cielo contiene los Diez Mandamientos.-
Mentes y corazones sacrílegos pensaron que tenían poder suficiente para cambiar los
tiempos y la ley de Jehová; pero en los archivos del cielo, en el arca de Dios, están a salvo
los mandamientos originales, escritos sobre dos tablas de piedra. Ningún potentado de la
tierra tiene poder para sacar aquellas tablas de su sagrado escondedero debajo del
propiciatorio (ST 28-2-1878).
CAPÍTULO 12
3-6, 13-17 (cap. 13: 1-2, 11).
El pueblo de Dios es minoría.-
Delante de Juan fueron presentados bajo los símbolos de un gran dragón rojo, una bestia
semejante a un leopardo y una bestia con cuernos como de cordero, los gobiernos terrenales
que especialmente se dedicarían a hollar la ley de Dios y a perseguir a su pueblo. La guerra
sigue adelante hasta la terminación del tiempo. El pueblo de Dios, simbolizado por una mujer
pura y sus hijos, fueron presentados como una ínfima minoría. En los últimos días sólo
existirá un remanente. De los que lo forman Juan habla como de aquellos que "guardan los
mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo" (ST 1-11-1899).
7.
Guerra en el cielo.-
La oposición a la ley de Dios comenzó en los atrios celestiales con Lucifer, el querubín
protector. Satanás decidió ser el primero en los concilios celestiales e igual a Dios. Inició su
obra de rebelión con los ángeles que tenía bajo su mando, procurando difundir entre ellos el
espíritu de descontento. Y obró en forma tan engañosa, que muchos de los ángeles fueron
ganados para su causa antes de que se conocieran plenamente sus propósitos. Aun los 414
ángeles leales no pudieron discernir plenamente su carácter, ni ver dónde conducta su obra.
Cuando Satanás tuvo éxito en ganar a muchos ángeles para su bando, presentó su causa
ante Dios argumentando que el deseo de los ángeles era que él ocupara la posición de
Cristo.
El mal continuó trabajando hasta que el espíritu de descontento maduró y se transformó en
una abierta rebelión. Entonces hubo guerra en el cielo, y Satanás y todos los que
simpatizaban con él fueron expulsados. Satanás había luchado por el dominio en el cielo, y